El ruido vuelve al patio
Escolares de todas las edades afrontan el curso con dosis similares de ilusión y pereza
Los vecinos de las escuelas públicas de Indautxu, como se conoce en Bilbao al colegio público Félix Serrano, no necesitan que nadie les diga cuándo empieza el curso. El silencio se acabó el miércoles pasado. La bulla de la chavalería en el patio vuelve a amenizar las mañanas del barrio. Al otro lado de la verja que les separa del tráfico y los transeúntes, los chicos juegan al fútbol y las chicas charlan en grupos. Es la hora del recreo del segundo día de clase. Todos parecen encantados. Unos más y otros menos, la mayoría de los 500 alumnos de este colegio -nacidos entre 1988 y 1997- estaban ansiosos de reencontrarse con los amigos de clase, aunque también perezosos por enfrentarse a los deberes que empezarán a tener en breve.
Aixa, que tiene 11 años y empieza sexto de primaria, es de las que se moría de ganas por volver al cole: "Hacía tres meses que no veía a mis amigos y al final me he aburrido mucho". Los casi tres meses sin pisar las aulas se le han hecho eternos.
A Paul, también de 11 años, se le han pasado, en cambio, como un suspiro. Si pudiera elegir, seguiría de vacaciones. Podía haber estado unos días más sin encontrarse con sus compañeros. "Nos vimos en las colonias, en Hondarribia", explica, mientras sigue atentamente el partidillo de fútbol que sus colegas siguen jugando. Como hace un tiempo estupendo y hasta fin de mes sólo hay clase de mañana en jornada intensiva, Paul tiene plan para la tarde: "Quedaré con los amigos".
Los de cinco años se toman el recreo con tantas ganas como los mayores. Niñas y niños bromean mientras bajan en fila al patio. "Éstos ya no lloran, son veteranos", afirma el director del colegio, Juan Altube. Los que sí han soltado alguna lágrima son los de dos años. Muchos todavía van en carrito. Hay un montón aparcados en los pasillos.
Como el inicio de la vida escolar es duro, niños y padres sobrellevan juntos el trago. Primero pasan juntos en el aula algo menos de una hora al día. "Como están con sus padres, se lo pasan bien", asegura la profesora María José Compadre. Hoy será su primer día a solas con las profesoras. Es la prueba de fuego. Pero incluso los más mimosos lo superan rápido. "El berrinche les dura, como mucho, diez minutos", dice Compadre. A partir de esta semana, el colegio no será novedad, sino rutina.
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