Chávez denuncia una "salvaje" campaña internacional contra la revolución venezolana
La revolución venezolana corre riesgo de perecer por estrangulación, pues sus enemigos maquinan en foros internacionales contra la toma del poder absoluto por parte de la Asamblea Constituyente, en manos de Hugo Chávez y sus seguidores, según acusó ayer el presidente tras jurar su cargo de nuevo ante la "soberanísima". "Yo denuncio una campaña internacional contra Venezuela", proclamó Chávez, y por primera vez en su discurso, una atronadora salva de aplausos dejó clara la preocupación por las repercusiones de sus acciones y la caída de inversiones extranjeras que amenaza con arruinar el experimento.
Chávez acudió ayer de nuevo al edificio del Congreso, del que fueron expulsados los diputados hace dos semanas, para jurar por segunda vez en menos de seis meses como presidente, esta vez ante la Constituyente salida de las urnas el 25 de julio, fecha en la que los partidos tradicionales fueron sepultados, junto con el sistema político vigente, tras rebañar hasta el fondo los millones que Venezuela ingresó durante cuarenta años por el petróleo, según los partidarios del jefe del Estado. Ésta vez no lo hizo sobre "la moribunda" Constitución de 1961, defenestrada ya de facto por el nuevo régimen sin que se haya aprobado en referendo la nueva Carta Magna, sino "ante Dios, el pueblo venezolano y la soberanísima Constituyente".Original siempre en sus pronunciamientos, Chávez sentenció ante todos ellos: "Juro que no daré descanso ni a mi cuerpo ni a mi alma hasta que hayamos enterrado esta IV República", lo que muchos en la disidencia consideraron un sarcasmo, pues el presidente y la "soberanísima" ya enterraron la legalidad vigente cuando la Asamblea ninguneó una sentencia en contra de la Corte Suprema, asumió el poder supremo del Estado, forzó un receso legislativo del Congreso y amenazó de disolución al máximo tribunal si por aquellas se le ocurre pronunciarse en contra del atropello denunciado por los partidos tradicionales.
Embustes "horrendos"
Pero la sorpresa vino después del juramento, cuando el presidente acusó a la prensa internacional de propalar embustes "horrendos y asquerosos" y de estar al servicio de los contrarrevolucionarios que tratan de frenar los cambios políticos que está viviendo el país en las dos últimas semanas. "Hay una campaña salvaje contra este país, contra el pueblo de Venezuela", pues en el extranjero se transmite la idea de que la Asamblea Constituyente está conformada por "una horda de primitivos, un mundo de salvajes", y a él mismo se le compara con dictadores abominables para todo biennacido como Hitler o Mussolini."Tenemos que dejar de ser pasivos", pidió el presidente, que asumió su obligación de "ponerse de frente ante el mundo" para defender al insultado pueblo venezolano, y anunció que el mes que viene "tronará su voz" ante la Asamblea General de la ONU en defensa de la legalidad del actual proceso revolucionario de Venezuela, y en contra de todos aquellos que, tanto dentro como fuera del país, tratan de presentar los cambios políticos impulsados por la nueva mayoría como un golpe de Estado disimulado y una vuelta a la tiranía tropical que reinó en la nación caribeña durante gran parte del siglo que acaba.
Salvapatrias triunfadores
De entre todos los enemigos de la revolución en ciernes, Chávez destacó al escritor peruano-español Mario Vargas Llosa, que el domingo pasado publicó un artículo bajo el título El suicidio de una nación, en el que repasó los peligros que en su opinión corre Venezuela en manos de los salvapatrias triunfadores en las elecciones del 25 de julio, y lamentó el rumbo que ha tomado el país. "El del suicidio no es el pueblo venezolano", tronó Chávez, que impuso su vozarrón ante los aplausos aprobatorios de la "soberanísima", evidentemente satisfecha con la denuncia de la conjura internacional. "El que se suicidó fue un viejo tiempo de corruptelas", en alusión a los cuarenta años en los que los partidos tradicionales, Acción Democrática (AD, socialdemócrata) y Copei (socialcristiano) caciquearon por demás y se repartieron a su beneficio las instituciones de la República, según la mayoría de venezolanos que les dieron la espalda en las últimas elecciones.La denuncia del presidente y el tono sublevado en que la hizo sumió al país en la conmoción, y numerosos constituyentes se abalanzaron a respaldar su posición finalizado el discurso. Así, la primera dama, Marisabel Rodríguez de Chávez, ella misma constituyente, habló del "juego macabro que se está tratando de armar internacionalmente", y el vicepresidente segundo de la Asamblea, el negro Aristóbulo Istúriz, implicó en el compló a la disidencia nacional: "Hay complicidad interna , por la debilidad de los enemigos, que mueven el escenario hacia el exterior".
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