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Expertos ingleses descalifican un estudio contrario a los transgénicos

Isabel Ferrer

El estudio del investigador británico Arpad Pusztai sobre los efectos nocivos de los alimentos modificados genéticamente -que desató en agosto pasado el temor en el Reino Unido al anunciar problemas de salud en ratones que habían comido patatas transgénicas- "estaba mal formulado y ejecutado y no debe sacarse conclusión alguna de sus resultados". Así lo afirmaron ayer seis expertos en nutrición y toxicología invitados por el Gobierno laborista a revisar las notas de su colega.La declaración del grupo científico, nombrado por la prestigiosa Royal Society of Science, llega 24 horas después de que la Asociación Médica Británica pidiera una moratoria indefinida en la siembra de cultivos modificados genéticamente, hasta estar seguros de sus consecuencias para la salud y el medio ambiente.

Los ratones de Pusztai comieron muestras de una patata modificada para producir un insecticida natural. Según sus notas, los roedores tuvieron problemas orgánicos y de crecimiento, y su sistema inmune se vio perturbado. El investigador, que aireó su hallazgo en la BBC, perdió poco después su empleo en el Instituto Rowett de Aberdeen (Escocia). Rechazado por sus superiores, sufrió un ataque al corazón mientras solicitaba una revisión independiente del estudio.

Abrumado por la inmediata y contundente respuesta ciudadana, que pidió más información acerca de los alimentos transgénicos, el Gobierno encargó a la Royal Society el envío del trabajo de Pusztai a un grupo de científicos independientes. Según estos últimos, las patatas empleadas por su colega no estaban pensadas para el consumo humano. Las pruebas de su laboratorio, además, son escasas y carecen de valor científico. "No puede concluirse, por tanto, que ingerir alimentos transgénicos dañe la salud", aseguraron.

Con calma

Con algo más de tranquilidad, el Gobierno de Tony Blair se apresuró a recordar ayer que son sus propios expertos quienes analizan con rigor los efectos de estos productos en las personas. "Ahora que sabemos que no pueden sacarse conclusiones negativas, lo mejor es seguir investigando con calma", dijo Jack Cunningham, que ejerce las funciones de un ministro de la presidencia.

Para los ecologistas, las palabras de los científicos contrarios al trabajo de Pusztai no despejarán las dudas ciudadanas. Aseguran que los transgénicos ya están muy extendidos en las estanterías de las tiendas, y ponen un ejemplo. Según ellos, el 15% de la cosecha completa de soja recogida en 1998 en Estados Unidos era transgénica. Como la soja es de uso corriente, es posible que la genéticamente tratada forme parte de la composición de hasta un 60% de los productos de un supermercado ordinario. Esto preocupa también a la Asociación Médica, que intenta, con sus argumentos, evitar un desastre sanitario a largo plazo.

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