El hallazgo de dos potentes bombas refuerza la hipótesis de una conspiración terrorista en Denver
La polícía cree que los asesinos necesitaron cómplices para preparar y llevar a cabo el asalto
Los dos sospechosos de la matanza del instituto Columbine en Littleton (Denver) querían volar el edificio, según ha deducido la policía tras hallar ayer dos potentes bombas escondidas en la cocina. Los artefactos, fabricados con bombonas de propano de 20 kilos cada una, habrían arrasado el instituto donde el martes murieron a balazos 12 de sus casi 2.000 alumnos, un profesor y los dos sospechosos. El hallazgo refuerza las sospechas de las autoridades de que el asalto fue producto de una conspiración terrorista con cómplices y más ramificaciones.
ENVIADO ESPECIAL
El hallazgo da un giro radical a la investigación sobre la tragedia de Littleton, que ayer amaneció cubierta de nieve por una tremenda tormenta. La policía de Denver ya había encontrado entre el martes y el miércoles 30 bombas caseras de menor potencia en distintos puntos del edificio y el aparcamiento anexo. "Esto no se preparó en un par de horas", había advertido el fiscal del distrito, Dave Thomas. Pero el nuevo hallazgo, sobre el que de momento sólo había datos preliminares, apunta a que la peor matanza en una escuela en la historia de EE UU fue algo más que un arrebato de violencia por parte de dos muchachos frustrados y aficionados a la música siniestra, como se les viene describiendo en los medios de comunicación.
John Stone, el sheriff del condado de Jefferson, reconoció que la investigación adquiría un nuevo cariz. "Estos sujetos no sólo perpetraron una matanza, sino que iban a destruir la escuela. La querían quemar", dijo, sin querer aportar ningún detalle sobre otros posibles sospechosos o colaboradores de Eric Harris y Dylan Klebold. Se sigue asumiendo que el tiroteo dentro del instituto fue obra sólo de estos dos. Ayer también se encontró una supuesta nota de suicidio en la que decían escuetamente: "No culpéis a nadie más. Así es como queremos morir". Los padres de los dos muchachos han hecho público un comunicado en el que afirman que están "destrozados" por lo ocurrido y piden perdón a las víctimas y sus familiares.
El examen de la escena del crimen, a cargo de varias agencias locales y federales, se prolongará durante varios días, según el sheriff, y podría haber todavía más sorpresas. El instituto Columbine ha suspendido las clases indefinidamente, y sus casi 2.000 alumnos son todos testigos potenciales de una investigación que ayer siguió sobre el terreno la propia ministra de justicia de EE UU, Janet Reno. Reno, que también se reunió con los familiares de las víctimas, ha declarado su intención de controlar más estrechamente la venta de armas a jóvenes. Otras escuelas de los alrededores de Denver dispusieron medidas de seguridad, pero muchas otras ni siquiera abrieron debido al temporal de nieve.
Se esperaba además una lista definitiva de los nombres de las víctimas. En el exterior del instituto Columbine, el mal tiempo no pudo con los cientos de familiares y amigos de las víctimas, que se concentraron un día más para colocar sus coronas de flores y pancartas ante un verdadero destacamento de camiones de televisión y periodistas de todo el país. Veinte personas siguen hospitalizadas, pero no se teme por la vida de ninguna de ellas.
Al otro lado del país, en Virginia, el presidente Bill Clinton se reunía con un grupo de alumnos para hablar sobre la violencia en las aulas y cómo evitarla mediante el diálogo. "Todo el mundo es despreciado en algún momento en la vida, incluso el presidente", dijo. "Pero no se puede reaccionar así". Clinton comparó el fenómeno de la violencia en las escuelas estadounidenses con el odio étnico en Kosovo. El odio contra lo diferente, en el caso de Denver, se ha centrado "contra los afroamericanos y los hispanos", según Clinton.
Algunos expertos llamaron ayer la atención sobre la falta de servicios de salud mental para estudiantes, que deberían compensar el debilitamiento de la estructura familiar tradicional.
La Asociación Nacional del Rifle (NRA), el lobby pro-armas de EE UU que el miércoles estuvo a punto de lapidar definitivamente su imagen cuando su presidente, Charlton Heston, dijo que un guarda armado en la escuela podría haber frenado a los atacantes, ha optado ahora por el camino de la conciliación. 22.000 de sus miembros iban a acudir justamente a Denver la semana próxima para su convención anual, pero ahora ha sido aplazada.
Algunos testigos cuentan que Harris y Klebold se ensañaron especialmente con un chico negro llamado Isaiah Shoels y con los alumnos más atléticos. Pero las autoridades se inclinan por pensar que simplemente arramblaron sin criterio contra cualquiera que se pusiera en su camino. Algunos se salvaron simulando estar muertos para que los asaltantes pasaran de largo.
William Sanders, el único profesor que hay entre las víctimas, recibió dos tiros en el pecho y entró tambaleándose y ensangrentado en un aula donde se estaba celebrando un examen. Así alertó a los que estaban dentro para que corrieran a esconderse. Luego sucumbió.
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