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Reportaje:

La Iglesia y las ONG no siempre se dan la mano

En los movimientos sociales que trabajan en favor de la paz, el desarrollo y la cooperación con el Tercer Mundo, la Iglesia catalana ha jugado históricamente, y sigue haciéndolo hoy, un evidente protagonismo. En cambio, la institución religiosa prácticamente no presta atención a las ONG civiles que defienden el ecologismo y la okupación. Esta relación de indiferencia se convierte en clara confrontación y beligerancia cuando se trata de entidades sociales que reivindican los derechos de las mujeres y de los homosexuales. Ante estos movimientos, la Iglesia se mantiene "absolutamente rígida y suele atacar sus postulados por inmorales, mientras recibe toda suerte de denuncias por misoginia y homofobia". Ésta es una de las conclusiones de un estudio elaborado por los sociólogos Joan Costa, del Departamento de Estudios de la Fundación Bofill, y Joan Gómez y Xavier Santajuliana, ambos profesores de Sociología de la Universidad Ramon Llull. Encargado por la Asociación Catalana de Sociología y titulado Iglesia, nuevos y viejos movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales para el desarrollo, el trabajo analiza las aportaciones de la institución eclesiástica a los cada vez más numerosos y nutridos movimientos sociales de Cataluña. La conclusión general que extraen los sociólogos de su investigación es que la Iglesia catalana sólo se implica directamente en aquellos movimientos más ampliamente aceptados y menos transformadores, mientras que se opone a aquellos que le obligarían a cuestionar de raíz el statu quo. "Asumir los postulados feministas y la homosexualidad obligaría a la Iglesia a atacar a la tradicional estructura familiar, a la que la institución religiosa deposita enorme confianza como transmisora de la fe y los valores cristianos", afirma Joan González. Después de trazar un recorrido histórico por los movimientos "de inspiración cristiana", nacidos en el seno de la Iglesia, y que tuvieron un protagonismo social durante la dictadura, el estudio aborda las vinculaciones entre la institución eclesiástica y los emergentes movimientos sociales catalanes. Los autores del trabajo constatan la "colaboración explícita" que la Iglesia mantiene con las entidades pacifistas y de desarrollo y cooperación con el Tercer Mundo, estructuradas principalmente en ONG. Partiendo de la tradición misionera, señalan los investigadores, se consolidaron un conjunto de organizaciones vinculadas a órdenes establecidas tanto en nuestro país como en el Tercer Mundo, como la Compañía de Jesús (Intermón), o bien dependientes de los obispados (Manos Unidas). Pese a que, a partir de la década de los ochenta, aparecieron numerosos comités de solidaridad con América Latina y, posteriormente, otros grupos de carácter político o sindical, las organizaciones vinculadas a la Iglesia han sido las que han crecido más rápidamente, de manera que algunas de ellas "se han convertido en un referente tanto para el movimiento al que pertenecen como para la sociedad civil en general". Por su presupuesto y capacidad de acción, las organizaciones para el desarrollo cristianas ejercen un papel de liderazgo respecto a las entidades locales o de barrio. El mensaje de éstas, se afirma en el estudio, "no se contradice con el de la Iglesia, sino que ambos son muy próximos"; algo que ocurre también entre las organizaciones pacifistas de carácter religioso (Justícia i Pau, por ejemplo) y otros grupos laicos que defienden la objeción de conciencia o la insumisión. A diferencia de lo que ocurre con las ONG cívicas de cooperación y pacifistas, la Iglesia mantiene una relación casi de indiferencia con los movimientos ecologista y okupa, que, según los autores del trabajo, "suelen tener una estructuración local e informal, con pocas organizaciones influyentes (a excepción de Greenpeace) y muy flexibles a las circunstancias". En cuanto a los movimientos sociales que reivindican los derechos de las mujeres y de los homosexuales y lesbianas, la investigación pone de manifiesto que no se distinguen por la falta de relación con la Iglesia Católica, sino precisamente "por sus relaciones conflictivas". Costa, Gómez y Santajuliana destacan que no es cierto que la doctrina cristiana no hable de la feminidad ni de la homosexualidad, sino que lo hace "en términos menos igualitarios que la jurisdicción civil y el ya sentido común mayoritario, por lo que resulta polémico". Los sociólogos señalan que la Iglesia es absolutamente inflexible acerca de estas cuestiones y aplica de cabo a rabo "la ética de las convicciones". Los autores del estudio afirman que la beligerancia de la Iglesia hacia el feminismo y la homosexualidad es tal que ni siquiera acepta el punto de contacto que suponen unos grupos sui géneris que "están en medio o, mejor dicho, están en ambos lados". Se trata del Colectivo de Mujeres en la Iglesia y el Grupo de Gays y Lesbianas Cristianos. Ambos reivindican explícitamente su pertenencia a la Iglesia y al movimiento social. Si bien estos grupos no son considerados como miembros de pleno derecho en la Iglesia y los movimientos sociales no acaban de entenderles, la opinión pública "no los ha estigmatizado", según constatan los sociólogos.

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