"Sólo sé que mi hija volvió a casa peor y que se murió"

María Dolores Acuña, de 22 años, volvió a casa una noche y en menos de 24 horas murió de una enfermedad repentina y fulminante. Carmen López, asistenta de profesión, sujetaba el martes en las manos los dos partes médicos que le explicaban cómo y por qué su hija acababa de fallecer. A ella le sujetaba la rabia. No aceptaba ninguna excusa médica. No se fiaba de ningún empleado de la clínica Moncloa."Yo sólo sé que mi hija salió de casa a las cinco de la madrugada para la clínica, que llegó, que la examinaron y me la devolvieron con fiebre, en peor estado, y que luego se murió a las cuatro de la tarde", decía. "Nunca se había puesto mala, cómo podía imaginar que iba a pasar algo así", se repetía a sí misma.

En la cafetería del centro sanitario, la familia rodeaba a la madre y a los dos hermanos. Carmen fumaba sin parar. Dispuesta a denunciar su caso a quien hiciera falta, murmuró: "Es meterme en líos, pero para que a otra persona no le pase esto, estoy dispuesta a ir donde sea".

Los dos hermanos de María Dolores, más tranquilos aunque igualmente indignados, la consolaban. Pero cuando alguien quiso arrebatarle los partes médicos se negó: "Esto lo llevo solamente yo porque son las pruebas de lo que ha pasado hoy en esta clínica".