Hollywood revive la "caza de brujas"
El "oscar" honorífico a Elia Kazan desata una campaña contra los veteranos delatores
La herida de la caza de brujas en Hollywood sigue abierta. Un acontecimiento ocurrido hace casi 50 años ha revivido esta semana, al anunciarse que habrá protestas dentro y fuera de la ceremonia de los oscars, el próximo 21 de marzo, con motivo de la concesión de un premio honorífico a Elia Kazan. Un grupo de guionistas, entre los que hay antiguos perseguidos por la lista negra del senador McCarthy, no quiere que se olvide que Kazan fue un chivato que delató en 1952 a ocho compañeros de su célula comunista y a siete izquierdistas más. El director de La ley del silencio y Al este del Edén nunca se arrepintió y ha vivido desde entonces con el estigma del traidor. Ahora tiene 89 años y vive casi en el anonimato.El mero anuncio de que Kazan recibiría un Oscar por el conjunto de su carrera en el Dorothy Chandler Pavilion de Los Ángeles ya había creado desasosiego entre los veteranos del cine. El hecho de que se haya organizado una serie de protestas públicas indica hasta qué punto el fantasma de la caza de brujas está presente en Hollywood. Esta vez, además, los ecos del macartismo resuenan especialmente en EEUU, cuando todavía flota en el aire el tufo de la persecución emprendida contra Clinton por el fiscal Starr, que intentó cazar al presidente, entre otras cosas, a través del testimonio de sus amigos y colaboradores.
El pasado fin de semana, durante una cena del Sindicato de Guionistas en Beverly Hills, algunos miembros solicitaron donaciones para poner un anuncio en Daily Variety y Hollywood Reporter. La inserción será para mostrar "desaprobación ante el acto inconsciente e insensible de la Academia", y en él se pedirá a los asistentes: "No se pongan de pie para aplaudir a Kazan. Que todo el mundo sepa que hay gente en Hollywood que no apoya las listas negras y que no respalda a los informantes".
Ninguno de los firmantes de esta convocatoria, agrupados bajo el nombre de Comité contra el Silencio, fue delatado directamente por Kazan en abril de 1952. Entonces, el cineasta, nacido en Turquía en 1909, nombró a ocho amigos del Group Theater ante el Comité de Actividades Antiamericanas (en sus siglas en inglés, HUAC) por su pertenencia o simpatía con el Partido Comunista de EEUU. Kazan venía del teatro, donde había dirigido a Marlon Brando en Un tranvía llamado deseo en Broadway (ambos colaboraron también en la versión cinematográfica), y con Brando hizo también La ley del silencio en 1954, película que venía a justificar que a los corruptos hay que delatarles para proteger la democracia.
Pero el principal organizador, Bernard Gordon, sí estuvo en la lista negra, y todavía no se han restituido a su nombre algunos de los guiones firmados con seudónimo. Otros supervivientes de aquella inquisición, como los guionistas Abraham Polonsky y Bobby Lees, han dicho que asistirán a la protesta. Y además se ha pedido la participación de representantes de otros sectores, como el de la ciencia, para recordar que la garra del HUAC no se limitó sólo al mundo del cine.
Elia Kazan delató personalmente a Lillian Hellman (autora teatral), Dashiell Hammett (autor de El halcón maltés), Clifford Odets (autor de Waiting for Lefty), Pamela Miller (actriz) y Morris Carnovsky (actor), todos ellos fallecidos ya, y además a Phoebe Brand (actriz que apareció en Tío Vania en la calle 42, de Louis Malle), Tony Kraber y J. Edward Branberg. Entre los muchos otros artistas que fueron perseguidos se encontraban, por ejemplo, Bertolt Brecht, Lee J. Cobb, John Cromwell, Edward Dmytryk, Betty Garett, John Garfield, Joseph Losey, Paul Jarrico, Burgess Meredith, Zero Mostel, Ayn Rand, Martin Ritt, Anne Revere, Edward G. Robinson, Waldo Salt y Dalton Trumbo.
Al contrario que otros muchos actores y cineastas que se vieron obligados a declarar ante McCarthy para conservar su empleo en Hollywood, Kazan escribió en sus memorias, publicadas en 1988, que no se arrepintió de su decisión y que nunca dudó de que volvería a hacerlo. No parece probable que Kazan vaya a aprovechar ahora la concesión de este Oscar para pedir perdón en público por primera vez, pues sigue creyendo que no necesita hacer tal cosa. Y eso a pesar de que el ejemplo de Sterling Hayden se recuerda ahora especialmente: este actor delató a algunos amigos por recomendación de su psiquiatra (que luego resultó estar a sueldo del FBI) y posteriormente dedicó varios años de su vida a denunciar el engaño e insultar a McCarthy en una biografía y en una serie de conferencias para un grupo de defensa de libertades civiles.
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