Castro se cierra
EL ENDURECIMIENTO del Código Penal cubano, que prevé la pena de muerte para delitos como el narcotráfico, y la aprobación de la llamada Ley de Protección de la Independencia Nacional y la Economía de Cuba son un claro paso atrás. En su último recorrido, el régimen de Castro se cierra en banda. No cabe interpretar de otra forma el hecho de que, atendiendo supuestos objetivos revolucionarios, puedan ser condenados hasta con veinte años de cárcel quienes "colaboren", "apoyen" o "faciliten" información al Gobierno de EE UU "que pueda ser utilizada o se utilice en la aplicación de la ley Helms-Burton, el bloqueo, la guerra económica, la subversión y otras medidas similares".Opositores a Castro, periodistas independientes, intelectuales progresistas y organizaciones de derechos humanos han denunciado el cúmulo de vaguedades enunciado como la última herramienta del régimen contra la disidencia y la crítica o la simple información. Que el fiscal general de Cuba afirme que los periodistas extranjeros "no tendrán problemas siempre y cuando digan la verdad", no es precisamente tranquilizador en una dictadura.
En la pretendida puntualización del fiscal Escalona sobre la ética informativa -como en los comentarios del propio Castro sobre las ventajas de "fusilar a unos cuantos antes de llegar a 2.000 muertos en relación con la droga"- subyace el tono con que los regímenes de pensamiento único imponen a sus ciudadanos su exclusivo punto de vista. No es de recibo confundir el inequívoco derecho cubano a protegerse del arbitrario embargo estadounidense con la ampliación de los casos de pena de muerte o el encarcelamiento de quienes tratan de que se conozca fuera la realidad cubana. Los hechos hablan por sí mismos.
Las nuevas leyes muestran que las expectativas suscitadas durante la visita del Papa a la isla, hace un año, eran un espejismo. Que, además, el régimen amenace con cortar las comunicaciones entre Cuba y EE UU indica la deriva demagógica en la que está cayendo el castrismo, favorecido en este caminar por una absurda política desde Washington y Miami.
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