Los científicos advierten al Gobierno británico del riesgo de los transgénicos
El Ejecutivo laborista rechaza una moratoria
Una veintena de científicos del Reino Unido, resto de Europa, EE UU y Canadá respaldaron ayer públicamente los hallazgos del investigador británico Arpad Pusztai, que fue obligado a abandonar su puesto en el Instituto Rowett de Aberdeen (Escocia), financiado con dinero público, tras afirmar el pasado mes de agosto que ratas alimentadas con patatas genéticamente modificadas sufrían daños en sus sistemas inmunológicos. Los científicos hicieron público un documento en el que, además de apoyar los trabajos de Pusztai, se cuestionan si el despido de éste -fue obligado a aceptar una jubilación anticipada- estuvo motivado por las presiones de las empresas de biotecnología, que dedican el 80% de sus presupuestos de investigación a desarrollar productos transgénicos destinados al consumo humano. Asimismo, solicitan más estudios sobre el efecto de estos productos en la salud humana -algunos expertos aseguran que pueden aumentar la resistencia a los antibióticos- y sobre el equilibrio ecológico.
Ante la alarma pública suscitada por el manifiesto de los científicos, el Gobierno laborista no tuvo más remedio que terciar para atajar lo que muchos consideran una nueva psicosis masiva similar a la provocada por el mal de las vacas locas. El Primer Ministro británico, Tony Blair, declaró a la BBC: "Analicemos científicamente este asunto para evitar la confusión".
Jack Cullingham, ministro de Agricultura, anunció que los datos presentados por Pusztai serán revisados con nuevos experimentos y negó cualquier tipo de favoritismo hacia las empresas de biotecnología. Sin embargo, se mostró contrario a una moratoria en la utilización de productos genéticamente modificados, por considerar que no es "ni práctica ni necesaria". Por el contrario, un organismo gubernamental de Medio Ambiente, Naturaleza Inglesa, es partidario de una moratoria de tres años. En el mismo sentido se pronunciaron organizaciones ecologistas y de consumidores. Queso, puré de tomate, soja y maíz genéticamente modificados están presentes en unos 150 productos que se comercializan legalmente en el Reino Unidos. Algunos países europeos sí han aplicados moratorias sobre este producto, como es el caso de Luxemburgo. En otros, como España, los transgénicos requieren un etiquetado especial.
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