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Tribuna
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El agotamiento de las inquietudes

El mercado siempre apuesta por los valores seguros, por eso las obras de arte que las galerías suelen presentar en las ferias carecen cada vez más de riesgo. Para superar esta situación, provocada por el mercantilismo, se dedican algunos pabellones de Arco a lo que se ha denominado project rooms; en ellas se pretende presentar actuaciones que muestren que aún queda alguna capacidad innovadora en el arte y que los artistas son capaces de conectar con las inquietudes estéticas e ideológicas del momento. Una serie de artistas "emergentes", tanto españoles como de otras nacionalidades, han sido invitados a realizar una instalación particular en el espacio de una "habitación". Con estas premisas se podría esperar que nos pudiésemos enfrentar al riesgo de la creación y contemplar lo que los jóvenes artistas más comprometidos e imaginativos de hoy pueden realizar cuando se despojan de las trabas impuestas por las modas del mercado. Pero es aquí donde las project rooms decepcionan.Una vez agotadas las vanguardias y sus simulacros, sólo queda el vértigo de la novedad, que ha sido absurdamente erigida como valor estético. El artista que quiere triunfar debe, como el trapecista, hacer lo más difícil, lo nunca visto. Pero la novedad en sí misma no es nada y ha conducido a un agotamiento de la sorpresa y al hastío del público.

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"No lugares"

Lo que se aprecia en muchas de estas "habitaciones" es la incapacidad de la mayoría de los "artistas emergentes" para ocupar el espacio físico con la obra o para hacer de éste el motivo de su obra. Es sintomático que muchos de ellos lo aprovechen sólo como mera sala de proyección de vídeos, convirtiéndolos en "no lugares". El otro problema que anida en muchas de las obras de esta sección es la polaridad entre tecnología e ingenuismo. Sofisticados vídeoproyectores, pantallas de televisión y equipos de sonido son puestos al servicio de unos discursos torpemente realizados, conceptualmente vacuos o, simplemente, cutres. En cuanto a los temas, sorprende sobre todo la manera en que los artistas se alejan de las inquietudes estéticas e ideológicas del momento, contradiciendo así los postulados iniciales que se plantean con las project rooms. Siguiendo la moda del egocentrismo individualista, se presta particular atención al cuerpo, que se presenta como descubrimiento, como si éste, desde las Venus prehistóricas, no constituyera un tema fundamental en el arte. Pero, ciertamente, el cuerpo de la sobremodernidad no es la apolínea figura idealizada por el canon de Policleto, sino que se trata de la presencia sórdida, cuando no lacerante, de la imagen del propio artista o de un anodino desconocido carente de cualidades específicas.

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