Documentos secretos demuestran que el FBI ayudó a Pinochet a perseguir a sus adversarios
El levantamiento del secreto oficial sobre varios documentos del FBI ha desvelado que la policía federal norteamericana intentó localizar a presuntos colaboradores de la izquierda chilena en EEUU en los años setenta, a petición del Gobierno del general Augusto Pinochet, el dictador chileno. El FBI destacó agentes en Nueva York y Dallas para buscar a dos personas cuyos nombres figuraban en la agenda de un hombre que hacía de correo de un grupo marxista clandestino en Chile. El correo fue detenido en Paraguay en 1975, y la policía de ese país transmitió los datos a funcionarios estadounidenses, de acuerdo con los documentos. Uno de esos funcionarios tuvo entonces constancia de la existencia de la Operación Cóndor, creada por el Chile de Pinochet con los regímenes de Paraguay, Argentina, Bolivia y Uruguay para combatir a izquierdistas.
"El FBI ha emprendido una investigación en EEUU para localizar a las personas y las direcciones mencionadas", escribió Robert Scherrer, del FBI y consejero legal de la embajada norteamericana en Buenos Aires, a un general chileno en junio de 1975. "Le informaré sobre los resultados tan pronto como disponga de ellos". Las pesquisas que se mencionan en los documentos no produjeron ningún hallazgo. Los agentes no pudieron encontrar a las personas que buscaban y el caso quedó cerrado. Se desconoce cuáles pueden ser su nacionalidad y su paradero. De todos modos, los documentos muestran que el FBI colaboró con el Gobierno de Pinochet a mitad de los años setenta, una época en la que miles de chilenos de izquierdas fueron detenidos y asesinados.
Pinochet espera en Londres, a sus 83 años, la decisión del máximo tribunal británico sobre su posible extradición a España en virtud de la orden de detención emitida por el juez Baltasar Garzón, que le acusa de crímenes contra la humanidad perpetrados durante su mandato, entre 1973 y 1990.
Varios funcionarios del FBI, que han hablado con la condición de conservar el anonimato, afirman que los documentos muestran unos métodos y una forma de cooperación tradicionales y muy frecuentes entre el organismo y las fuerzas del orden de otros países. "No investigar a esas personas habría sido una negligencia por nuestra parte", explica uno de ellos.
El chileno detenido cuya agenda se aprehendió en Paraguay, Jorge Isaac Fuentes, fue devuelto a su país y desapareció mientras se encontraba en prisión, de acuerdo con los archivos chilenos. En 1990, una comisión oficial chilena llegó a la conclusión de que "su desaparición fue obra de agentes del Gobierno".
Los documentos muestran que Fuentes fue detenido en Asunción, capital de Paraguay, el 17 de mayo de 1975. La policía paraguaya informó a Robert Scherrer, representante del FBI en la Embajada de EEUU en Buenos Aires. Scherrer era el consejero legal de la Embajada y entre sus competencias figuraba la colaboración con las fuerzas de seguridad de los países latinoamericanos.
Mientras ocupaba dicho puesto, Scherrer se enteró, según un cablegrama enviado en 1976 al FBI, de que Pinochet había creado un programa denominado Operación Cóndor, que consistía en que los Gobiernos de Chile, Paraguay, Argentina, Bolivia y Uruguay compartieran sus informaciones sobre presuntos izquierdistas. La cooperación entre Paraguay y Chile en el caso de Fuentes era un ejemplo de esa labor conjunta.
El 6 de junio de 1975, Scherrer escribió al general Ernesto Baeza Michaelsen, director de la Oficina General de Investigaciones de Chile. Baeza, titulado de la Escuela de las Américas del ejército estadounidense, había encabezado el golpe de Estado que derrocó al presidente Salvador Allende y llevó al poder a Pinochet. En su carta, Scherrer decía a Baeza que Fuentes había confesado, en los interrogatorios de la policía paraguaya, que era un correo del clandestino Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en Chile. La carta mencionaba, a continuación, dos nombres incluidos en la agenda de Fuentes. Uno era el de Margaret Sun, que vivía en Manhattan. El otro era el de Sonia Bacicalupe, residente en Dallas. El FBI intentó hallar a ambas mujeres y realizó pesquisas con la policía local y los organismos de crédito, pero no encontró a ninguna.
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