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El factor Hoffmann

"Lo que temo es la combinación de dos cosas en el desenlace. La primera es el perfil político del asunto; la segunda es la capacidad de lord Hoffmann para influir en el fallo. Lord Browne-Wilkinson y lord Hoffmann salen juntos con sus esposas, van de vacaciones, en fin, son muy amigos", dijo el pasado domingo a este periódico uno de los dos abogados chilenos que asesoran al general Augusto Pinochet. Tres días antes, el 4 de febrero, quedó vista para sentencia la inmunidad del ex dictador en la Cámara de los Lores. Lord Hoffmann, el juez que formó junto con otros dos colegas la mayoría en el anterior tribunal, contraria a la inmunidad de Pinochet, sigue siendo la bestia negra de la defensa del ex dictador, aun cuando fue la vinculación de Hoffmann con Amnesty International, uno de los intervinientes en este caso, la que permitió obtener la anulación de la primera resolución por una aparente falta de imparcialidad.Si, el domingo 7, los abogados chilenos de Pinochet estaban preocupados por Hoffmann, el lunes 8, su obsesión debió aumentar. Por las pantallas de televisión apareció esa noche el todopoderoso lord Irvine of Lairg, el lord Chancellor, el más importante dignatario del mundo judicial del Reino Unido, miembro del Gabinete de Tony Blair, en una conferencia de prensa sobre temas de su departamento. "Lord Hoffmann es un juez de la más alta integridad. Si es culpable de algo en el caso Pinochet, es de un error de valoración", dijo.

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Lord Irvine, al valorar la anulación de la resolución de los lores contra Pinochet por parte de otro tribunal de los lores, agregó: "Fue un episodio muy desgraciado, no ha ocurrido en cien años, y espero que no vuelva a suceder en otros cien. Pero no creo que sea cuestión de que lord Hoffmann presente su dimisión. Él es un abogado del más alto nivel y no se le debe perder para la justicia por un simple error".

Lord Browne-Wilkinson y lord Hoffmann, según es público, son buenos amigos. Pero quizá, más que la amistad, también preocupe, en la defensa de Pinochet, el hecho de que Browne-Wilkinson, presidente del tribunal, es miembro de la dirección del British Institute of Human Rights. Si se pregunta en la Universidad de Yale, en Estados Unidos, por Browne-Wilkinson, por ejemplo, la respuesta es indudable: es un hombre sensibilizado con los derechos humanos.

El factor Hoffmann, por otra parte, encierra un elemento de tipo corporativo. La defensa de Pinochet parece convencida de que lord Browne-Wilkinson intentará, apoyándose en las leyes, restablecer el deterioro que pudo producir el fallo anterior y la decisión posterior de anularlo. "Browne-Wilkinson tiene las manos libres para hacerlo, pues fue precisamente él quien también presidió el tribunal que anuló el fallo de su amigo Hoffmann", dijo otra fuente jurídica chilena. Sin embargo, en la decisión, prevista para el jueves 18 o el 25 (aunque podría no ser un tradicional jueves), van a pesar, a la luz del juicio, las opiniones de los jueces lores sobre una materia más elástica que la anterior. Esta vez, todo ha sido sometido a valoración. "Queremos que ustedes lo vean todo, porque deseamos un fallo definitivo, final, que no deje cabos sin atar", explicó Clive Nicholls, abogado de Pinochet. Por tanto, el arresto, la extradición, el principio de la doble incriminación, la retroactividad, las convenciones internacionales, en fin, todo está sobre la mesa. Y esto supone bazas para Pinochet.

El martes 2 de febrero, lord Browne-Wilkinson habló tras la intervención de dos colegas suyos, lord Millet y lord Saville, uno aparentemente en contra y el otro a favor de la inmunidad. El presidente miró a ambos lados y dijo: "Siento tener que mostrar este frente tan desigual...". Si lo dice el presidente, es que hay batalla.

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Si bien lord Browne-Wilkinson será decisivo, no hay que olvidar a hombres de prestigio, como lord Goff o lord Saville, que parecen militar a favor de la inmunidad, todo lo contrario que lord Millet o lord Phillips. Otros, como el penalista lord Hutton o lord Hope, nada han dejado trascender. Y más allá de la preocupación por la tortura y del temor que profesa a la defensa de Pinochet, Browne-Wilkinson sigue siendo una incógnita. La decisión dirá si Pinochet ha sufrido un susto de cuatro meses o si el derecho internacional deja de ser una quimera.

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