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Las consecuencias de la caída del "telón de acero"

En los almacenes de Roller Industrial de Galdakao se apilan cajas de rodamientos y otros elementos de transmisión de potencias fabricados en el Sudeste Asiático y Europa. "China y Rusia necesitaban antes muchos rodamientos para su industria y armamento, pero con la desaparición del telón de acero y la caída de sus economías ya no tienen tanta demanda interna y han tenido que salir al mercado exterior para subsistir". Así explica Fernando Trevijano por qué la mayoría de los productos que comercializa Roller proceden de Rusia y China. La conexión empresarial entre Oriente y Occidente se refuerza con los fabricantes europeos de elementos de transmisión que se instalan en el Sudeste asiático y en países del Este buscando mano de obra barata. "Es muy importante la selección de proveedores y realizar controles de calidad de las piezas para ofrecer un producto garantizado a los clientes", comenta Trevijano.

Moa, lista para los retos del futuro

Recién cumplidos los 50 años de vida, la empresa Roller Industrial, con sede en Galdakao, afronta un futuro esperanzador apuntalado en unas inversiones de 1.000 millones de pesetas hasta el año 2002. Esta firma familiar, que se dedica desde 1948 a distribuir rodamientos y otros elementos de transmisión de potencia, se ha convertido recientemente en el grupo Moa (letras que corresponden a las iniciales del fundador, Manuel Ortiz Ariza). En esta corporación se incluyen Roller, Moa servicios inmobiliarios, la empresa de comunicación Aché y dos sociedades llamadas Simcav, y que cuentan con un capital, cada una de estas últimas de 1.000 millones. "Nosotros siempre hemos sido una empresa de vanguardia, en medios y en personal. En los años cincuenta, cuando la gestión brillaba por su ausencia, sólo el Banco de Bilbao y Roller teníamos télex y máquinas electromecánicas para llevar la administración", asegura Manuel Ortiz, fundador de la empresa. Si en esos años el télex ofrecía información, ahora son las sociedades de bolsa Simcav del grupo las que facilitan los datos bursátiles y las tendencias económicas que facilitan la gestión empresarial. Una cascada de decisiones acertadas garantiza el mantenimiento de las empresas, pese a los cambios en el mercado. Y Roller no es una excepción. Pero la elección fundamental de esta empresa ha sido la elaboración de un protocolo familiar que garantizará la permanencia del grupo, su crecimiento y una sucesión sin traumas a la segunda generación. "Yo empecé a pensar en el tema de la sucesión en 1977 y contraté a un abogado economista pero sólo di pasos de ciego", comenta el presidente de Roller. Padre de siete hijos, Ortiz ha tenido que esperar 20 años para evitar engrosar la estadística que desvela que el 70% de las empresas familiares no sobreviven a la segunda generación. El menor de sus hijos, Javier Ortiz Amuriza, abogado de 28 años, sustituirá a su padre como presidente del consejo de administración en el año 2002. Asesorados por el bufete de abogados Cuatrecasas, la familia Ortiz ha sentado en un documento las bases para que los lazos sanguíneos no interfieran en la gestión empresarial. "El protocolo familiar establece que para acceder a un puesto de responsabilidad, el familiar tiene que tener titulación superior, haber trabajado tres años en otras empresas y acceder al puesto siguiendo el mismo sistema de selección de personal que cualquier otro empleado", explica Javier Ortiz. Garantizada la continuación de la empresa familiar, el grupo Moa ha iniciado una revolución que es patente en su sede en Galdakao. Un museo, en que se recogía una pieza por cada era tecnológica desde 1948, ha pasado a la historia y ahora ese espacio se utilizará para la formación continua del personal. "No queremos vivir del pasado sino del futuro, que son las ganas de crecer", comenta el presidente de la empresa. Roller Industrial, que comenzó en 1948 en un almacén alquilado en el centro de Bilbao, comercializa más de 3.000 referencias de piezas, que importa fundamentalmente de Europa y del Sudeste asiático. "Nuestro objetivo es dar servicio al cliente, que unas veces demanda calidad y otras precio", explica el gerente, Fernando Trevijano, que el año pasado ha visitado a todos los proveedores de la empresa para garantizar que todos caminan en la misma dirección. "Nuestro compromiso con los proveedores es a largo plazo", dice Trevijano, para añadir que "la imagen del director de compras esperando a que lleguen los pedidos se ha acabado y también ha pasado a la historia estar esperando a que el cliente te demande nuevas cosas. Hay que adelantarse a sus necesidades", concluye. Almacenistas, distribuidores y empresas como CAF y Renfe son los principales clientes de Roller, que facturó el ejercicio pasado 1.000 millones de pesetas, de los que 400 millones se vendieron en mercados exteriores. Los responsables de la empresa esperan cerrar 1999 con un aumento del 25% en la facturación. El pasado diciembre, Roller Industrial abrió un almacén en Las Guasimas (Cuba), un país en el que empezaron a trabajar hace 33 años y desde el que esperan incrementar su negocio y vender en otros países caribeños.

La expansión de un distribuidor de rodamientos

Una primera opción marcó el nacimiento de Roller Industrial allá por el año 1948. "Como teníamos de capital sólo 150.000 pesetas, tuvimos que decidir entre empezar la empresa vanidosa o sencillamente. Optamos por lo fundamental, que era tener stock y en eso invertimos el dinero", recuerda Manuel Ortiz, fundador de la empresa, que comenzó con un almacén de rodamientos alquilado en la Alameda de Urquijo número 18. De esta dirección, la empresa se trasladó primero a Espartero [hoy Ajuriaguerra] número 34 e Iparraguirre, 9, donde comenzó la expansión del grupo. "Realizamos la primera operación inmobiliaria en la calle de Máximo Aguirre", cuenta Ortiz, que fue ampliando el patrimonio hasta llegar a tener en propiedad 2.000 metros cuadrados en el centro de Bilbao. El grupo ya se había expandido y tenía sucursales en nueve ciudades españolas. "Entonces las comunicaciones eran prehistóricas, había que llamar a la operadora al 09 y esperar horas para hablar con Madrid, así que empezamos a abrir delegaciones", explica el fundador. Todo lo contrario del mundo actual, en el que las tecnologías garantizan la comunicación y el tráfico de mercancías sin problemas. "Hoy día, la oficina es ambulante con el móvil y el ordenador portátil", destaca Ortiz, que explica la creación del grupo Moa como una forma de aprovechar las sinergias entre las empresas y recolocar al excedente de plantilla que trajo consigo el cierre de las sucursales. "El empresario está para servir a la sociedad y crear empleo; el hombre de negocios es el que sólo quiere ganar dinero", concluye Ortiz.

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