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Los científicos usarán plantas transgénicas para extraer arsénico del valle del Guadiamar

Los expertos señalan que aún quedan sedimentos contaminados en el lecho del río

Alejandro Bolaños

El valle del río Guadiamar se convertirá en los próximos años en un laboratorio natural donde los mayores expertos en descontaminación de suelos aplicarán las novedades en biotecnología. Un grupo de 60 científicos de Europa, Estados Unidos, Chile y Sudáfrica han discutido durante cuatro días cómo tratar los metales pesados que restan en la zona que fue anegada por lodos tóxicos tras la rotura de la balsa minera de Aznalcóllar, el pasado 25 de abril. Ayer, en sus conclusiones, señalaron al enemigo número uno: el arsénico. Para extraerlo recurrirán a plantas modificadas genéticamente.

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La Fundación Europea para la Ciencia y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han concentrado en un hotel de Sevilla a "los mejores especialistas en biorremediación". Durante tres maratonianas jornadas, científicos de medio mundo han expuesto sus conocimientos sobre reacciones químicas, metales pesados, plantas acumuladoras y tecnología molecular. Una experiencia que, como admitía ayer Víctor de Lorenzo, investigador del CSIC, se ha visto superada por la realidad: "Nunca hemos tratado con un problema de esta magnitud".El "problema", los metales pesados que aún permanecen en los márgenes y el cauce del Guadiamar, no tiene una solución inmediata aunque sí "factible en los próximos años", según De Lorenzo. Los científicos, en sus conclusiones, advierten de la dificultad de un tratamiento que debe aplicarse a lo largo de 40 kilómetros. La diversidad de suelos, la exposición al aire y las distintas concentraciones de contaminantes son factores que complican una ecuación que actualmente no tiene solución para uno de sus elementos, el arsénico.

"Es, quizás, la herencia más perjudicial a largo plazo de todo el vertido", dice el informe científico sobre la presencia de arsénico en los suelos del valle del Guadiamar. "Hay una urgente necesidad de desarrollar tecnologías que aún no existen pero que pueden ser posibles", subrayan los especialistas. Las técnicas genéticas desarrolladas en los últimos años han venido en auxilio de los especialistas en descontaminación de suelos, que se veían incapaces de fijar al escurridizo arsénico, que se puede presentar hasta en siete combinaciones químicas altamente tóxicas.

El tratamiento habitual para estos elementos es una combinación de bacterias y plantas que chupan los contaminantes. Ésta es la opción más recomendada por la comunidad científica internacional que desde hace años se ha decantado por las medidas in situ (sobre el terreno). De hecho, el octavo informe del grupo de expertos del CSIC sobre el vertido tóxico, recomendaba la siembra de distintas especies de brassica (col). Esta planta se caracteriza por su capacidad para extraer varios de los metales contenidos en los lodos: plomo, zinc, cobre y cadmio.

La brassica y otras plantas acumuladoras, como la allysum o la thlaspi, son, sin embargo, incapaces de extraer el arsénico. Hasta ahora, su variabilidad química ha frustrado los intentos de los científicos de convertirlo a una combinación inocua. Los expertos han rememorado estos días la terquedad con la que las grandes extensiones naturales de arsénico de Chile envenenan su entorno. Pero la reciente experimentación en el poplar (una especie de álamo) muestra la senda que los especialistas quieren seguir para anular sus nocivos efectos en el valle del Guadiamar.

Experimento pionero

En el caso del poplar, los especialistas han conseguido introducir un gen que le permite extraer del suelo una especie química del mercurio altamente tóxica y transformarla en otra inocua, que libera en el aire. De Lorenzo cree que, si la investigación se dirige a este campo, habrá plantas especializadas genéticamente en la extracción de arsénico "antes de tres años".Como señaló en rueda de prensa Gijs Kuenen, profesor de la Universidad de Delft (Holanda) la extracción del arsénico es una cuestión " a largo plazo que no tiene una solución al 100%". Sobre todo no se sabe con precisión la extensión del problema.

La balsa minera que reventó hace casi nueve meses dejó escapar cerca de siete millones de toneladas de lodos tóxicos. Su composición en metales pesados señalaba al cinc y al plomo como los más abundantes. De arsénico, el más común entre los tóxicos (mercurio, talio), se calcula -a partir de los datos de la empresa propietaria Boliden-, que llegaron unas 40.000 toneladas al cauce del Guadiamar.

El trabajo de excavadoras y camiones ha llevado a la antigua corta de Aznalcóllar (depósito de los residuos recogidos del cauce) más de 10 millones de toneladas de material, pero las administraciones estiman que sólo un 40% corresponde a los lodos. Y como han repetido los sabios del CSIC, la exposición ambiental ha acelerado la filtración de los metales pesados en el subsuelo.

"Estamos muy impresionados por el trabajo que se ha realizado para transportar la mayor parte de los lodos", admitió Kuenen, quien junto a sus compañeros visitó el pasado viernes la balsa siniestrada y los tramos altos del valle, los que recibieron la avalancha de lodos y agua ácida. El profesor holandés, eso sí, advirtió que las medidas biológicas no serán suficientes para fijar los sedimentos contaminados que aún quedan en el lecho del río. "Si vienen grandes lluvias irán a parar al estuario del Guadalquivir", señaló.

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