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Una bacteria para arrojar luz

Parte del arsénico, el cinc o el plomo que albergaba la balsa de Aznalcóllar tiene una estructura distinta nueve meses después. Su exposición al aire ha provocado reacciones químicas en las que la intervención del oxígeno en ambientes ácidos ha convertido sulfuros en sulfatos. Es decir, ahora son más solubles, "tienen mayor movilidad", según los científicos."Lo primero debe ser inmovilizar los metales pesados lo máximo posible", advertía ayer Gijs Kuenen. La fijación absoluta de estos elementos es imposible, pero los especialistas recomiendan el uso de determinados elementos y microorganismos para ralentizar este ciclo y facilitar así la labor de las plantas acumuladoras.

La primera de esas medidas ha sido extender cal para rebajar la acidez de los suelos. Esta operación estará concluida a finales de enero, pero los expertos señalan que será necesario añadir óxidos de hierro en los tramos con una mayor contaminación residual.

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En todo caso, la siembra -que los científicos reclaman para este año-, deberá tener en cuenta la movilidad de los metales pesados que deben chupar. Para medirla, los expertos echarán mano de otro invento de la biología molecular: una bacteria cuyo ADN ha sido recombinado para que emita luz cuando entre en contacto con metales pesados. Un mayor brillo indicará una mayor movilidad de estos elementos.

"Todo esto es parte de un gran experimento", señaló Kuenen. En un año, los científicos se reunirán para exponer sus adelantos en la aplicación de técnicas biogenéticas en pos de su reto particular: descontaminar el valle del Guadiamar.

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