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"Hace 30 años nuestra misión era exclusivamente la de policía de menores"

Mireya Pérez prefiere no hablar en esta entrevista del caso Pinochet, aunque explica que en el plano humano comparte el sentimiento de la mayoría de los chilenos y del Gobierno en el sentido de que ha habido una transgresión de la soberanía nacional. A Carabineros llegó atraída por la publicidad para el tercer curso de brigadieres mujeres de la historia. Fue la tercera en su promoción y, tras una carrera distinguida, hace un mes le comunicaron su ascenso. Una hora después estaba reunida con el presidente Eduardo Frei.Pregunta. ¿Es difícil para usted, general, exteriorizar sus emociones ante sus subalternos?

Respuesta. Estamos preparadas a no ser extrovertidas. El uniformado siempre está sujeto a la mirada o a la crítica de otros.

P. ¿Ha cambiado mucho la institución con la incorporación de las mujeres?

R. Las cosas no se dan de un día para otro. Han pasado ya 36 años en los que la mujer se ha ido incorporando paulatinamente. Desde 1962 hasta 1975 la dotación de mujeres era de 104 a nivel nacional. En este momento somos 250 oficiales aproximadamente y el personal de nombramiento institucional debe ser aproximadamente de unas 1.350 mujeres, y en total con las nuevas egresadas somos como 1.600. Ha cambiado toda una infraestructura. Cuando yo estuve en la Escuela de Carabineros, el grupo de aspirantes a oficiales femeninos funcionaba en un cuartel lejos del de los varones, ocupando un inmueble distinto. Y hoy están físicamente en la misma Escuela pero ocupando pabellones aparte y comparten casino, salas de clase, actividades deportivas, todo; los cursos son mixtos.

P. ¿El entrenamiento es común; aprendió a disparar, defensa personal?

R. Sí. Antiguamente había actividades reservadas sólo para la mujer. Por ejemplo, dirigir el tráfico mejor que no... Entonces el hombre no estaba adaptado para incorporar a la mujer a todas las actividades. De hecho, 30 años atrás nuestra función era única y exclusivamente ser policía de menores. Hoy la mujer está incorporada prácticamente al 90% por no decir al ciento por ciento de las actividades.

P. Hace dos años en un diario, cuando usted era coronel, se decía que una general no podía ser. ¿Ahora que usted es general, es posible pensar en ser en el futuro directora general de Carabineros?

R. La mujer está incorporada en igualdad de oportunidades al varón. Está por salir la ley en que las oficiales se incorporan -el personal ya lo está- en un escalafón regular, común, de hombres y mujeres. Tenemos ahora una planta propia, de escalafón femenino. Son los oficiales de orden y seguridad masculinos los que tienen en realidad esa proyección profesional de llegar a general director. Nosotras podemos ahora llegar a ser generales, nada más. Cuando nosotras llegamos hace treinta años se creó un grado intermedio entre oficiales y personal, y teníamos un sueldo de personal y una paleta lisa, sin estrellas. Enton-ces pensábamos ¿y cuándo? Ahora visualizamos más posibilidades.

P. Las carabineras andan muy compuestas. ¿Hay algún tipo de facilidades para que se arreglen?

R. La presentación personal es parte de la formación, de hombres y mujeres. En los cursos de formación de las mujeres hay peluqueras que ayudan a peinar, el maquillaje lo van uniformando para que sea más sobrio.

P. Existe la percepción general de que las carabineras son más rigurosas que los carabineros.

R. Sí, eso he leído. Dicen que cuando la mujer tiene una misión, una responsabilidad, es más severa. Podría ser... ¡Qué bueno que esa sea la percepción y no la vean como muy frágil!

P. ¿Qué recepción tienen las carabineras en la ciudadanía?

R. La población siempre nos ha acogido afectuosamente. Por ejemplo, nos dicen paquitas y no "este paco tal por cual" como pueden decir de un carabinero. Y también se nos relaciona con los niños desvalidos.

P. ¿Qué siente cuando le toca un caso de violencia intrafamiliar, en que las víctimas suelen ser las mujeres?

R. La violencia es tan antigua como cuando Caín mató a Abel, en el primer acto de violencia intrafamiliar. Una de cada cuatro mujeres vive un problema de violencia familiar. Esto ocurre por el exceso de agresividad de las personas, por creer que los conflictos se solucionan a gritos, por la descalificación...

P. La violencia psicológica...

R. Y también de las mujeres, que le pueden decir al hombre: "Tú eres un incapaz, que no me das plata, bueno para nada", apocándolo. Y está la descalificación permanente, el insulto del hombre a la mujer.

P. ¿Cree que debería haber divorcio en Chile?

R. Ante esta realidad, que es mundial, en algunos casos es necesario tomar decisiones. Si bien todas nos casamos pensando que el matrimonio es para toda la vida, el divorcio a veces no queda más remedio que asumirlo. Si la cosa no funcionó más, hay que tomar medidas. Y las personas tienen derecho a volver a enamorarse.

P. ¿General, qué piensa usted de las feministas?

R. Yo no soy feminista. Yo creo que todos los extremos son malos. La mujer no puede ponerse en una situación tan extrema como para llegar a pensar que se puede vivir sin un hombre, o sobrevalorar en extremo la condición de ser mujer.

P. ¿Pero no cree que las feministas tratan de equilibrar sociedades que son muy machistas en las que la toma de decisiones y el poder están en manos de los hombres?

R. Debe haber una mayor apertura a las mujeres. Estoy viviendo una igualdad de oportunidad. Represento a un grupo de mujeres, pero somos minoría en relación a los varones. En una estructura jerarquizada ya tenemos un espacio de igualdad de oportunidades. Se deben abrir espacios en otras áreas a las mujeres.

P. ¿Al llegar a su casa emerge una Mireya Pérez distinta a la que usa uniforme?

R. Soy igual en todas partes. Me siento igual aquí que en mi casa, pero hay diferencias. Aquí hay que asumir la responsabilidad e involucrarse, mientras que en casa soy la mamá. Sería ridículo que yo pensara: "Soy general y ustedes (mis hijos) no me hacen caso". Para nada tengo un régimen militar en mi casa.

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