Detenidos por la historia
Gonzalo Anes fue elegido en 1978 miembro de la Real Academia de la Historia, pero no entró hasta 1980. Lo hizo con un discurso de ingreso dedicado a su tierra (el académico, a pesar de vivir en Madrid, nunca ha abandonado la pasión por su lugar de origen) titulado Los señoríos asturianos. Anes llegó a la Academia de la mano de su maestro, el medievalista Luis García de Valdeavellanos. Un investigador que le contagió el entusiasmo por la Academia de la Historia como un foro para discutir sobre una pasión común: el pasado, como única vía para entender y conocer el presente.El nuevo director ha vivido desde joven la institución que ahora va a dirigir y por eso conoce las anécdotas del viejo edificio de la calle León de Madrid, por el que han pasado directores como Cánovas del Castillo, Diego Angulo, Jesús Pavón, Francisco Martínez Marina o José de Vargas Ponce, "directores de espíritu amplio", según Anes.
En la sede de la Academia, un lugar recogido y elegante, sus miembros se detienen precisamente para que la Historia no se detenga y para mantener el espíritu de aquellos estudiosos que en 1735 se reunían, entonces en una casa privada, para la difícil tarea de lo que ellos llaman "aclarar la importancia de la verdad de los hechos".