Una obra abundante y polifacética
En la persona de Gonzalo Anes llega a la dirección de la Real Academia de la Historia la generación que, a partir de los años sesenta, renovó profundamente nuestro conocimiento del pasado español y situó los interrogantes acerca de él en unos parámetros tan diferentes a los previos como semejantes a los de otras latitudes. En esta generación de historiadores están los maestros del grueso de quienes hoy ejercen la enseñanza univerisitaria; su influencia será perdurable porque el giro que imprimieron a nuestra historiografía fue decisivo.El campo concreto en que Anes protagonizó esta renovación fue, además, aquél que estuvo en la vanguardia rompedora de ese cambio: la Historia económica. En Las crisis agrarias en la España moderna, Anes ofreció una panorámica global, construida a partir de una ímproba búsqueda de fuentes acerca de la evolución de la economía agraria española desde finales del siglo XVII hasta el primer tercio del XIX. Era uno de estos trabajos que, como los de la escuela francesa, permitían interpretar sólidamente nada menos que un siglo y medio del pasado español. Siguiendo su senda, sus muy abundantes discípulos han hecho estudios decisivos en esa parcela temática de la Historia española.
Pero las aportaciones de Anes a la historiografía española no se han ocupado tan sólo de la economía del siglo XVIII. Sin duda su obra se centra, desde el punto de vista cronológico, en ese periodo. Autor de monografías sobre el Antiguo Régimen, muchas de ellas centradas en Asturias, su tomo en la Historia de España dirigida por Artola dedicado a El siglo de las luces -que obtuvo el Premio Nacional de Historia en 1995- es el mejor manual sobre el XVIII español. Pero eso mismo testimonia que Anes, como todo buen maestro, ha extendido su obra, más allá de una dedicación temática, hasta otros campos. Si se lee, por ejemplo, su Economía e Ilustración en la España del siglo XVIII, se encontrarán deslumbrantes -por lo novedosas- interpretaciones de la cultura del periodo. Supo allí, por ejemplo, darle la vuelta a la interpretación acerca de las Sociedades Económicas de Amigos del País, en otro tiempo consideradas como instituciones burguesas y urbanas cuando no fueron ni lo uno ni lo otro; también se encuentra en ese volumen un excelente estudio sobre el Informe de la ley agraria de Jovellanos y otro sobre el impacto de la Revolución Francesa. La obra de Anes resulta de gran importancia también para interpretar el comienzo de nuestra contemporaneidad. Además, es un historiador de la economía cuyos estudios de historia cultural son también de gran valor. Eso -que resulta muy poco frecuente- sirve también para medir su valía.
Gonzalo Anes, hombre de talante y de ideario liberal, ha dedicado, además, sus esfuerzos a ese género de tareas voluntarias en que la sociedad necesita de la asesoría de eminencias independientes. Mención especial merece su labor en el Patronato del Prado y en la Fundación de Amigos de esta institución. Fruto del consenso de los académicos, cabe esperar su llegada a la dirección de la Academia bajo los mejores auspicios.
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