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Crítica:CANCIÓN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El jazz etéreo de Lorca

Una clamorosa ovación cerró anoche la presentación en Madrid del espectáculo Lorquiana con el que Ana Belén rinde su personal homenaje a Federico García Lorca. Habida cuenta de las numerosas celebraciones con motivo del centenario del nacimiento del poeta, hay quien opina que Lorquiana es un disco y un espectáculo oportunista. Otros, en cambio, lo califican de oportuno. Entre ellos, el público que abarrotaba anoche el Palacio de Congresos. Incluso los que consideran a la Belén como una intérprete magnífica pero fría, constataron ayer que esa frialdad es mera fachada: ella es fuego, pero lo disimula como puede, amparada en una supuesta timidez.Hay que destacar en primer lugar la exquisitez y la honradez de la propuesta, dividida en dos partes bien definidas: canciones recopiladas por García Lorca; poemas del poeta musicados por Leonard Cohen, Joan Manuel Serrat, Kiko Veneno, Ketama, Antonio García de Diego, Pedro Guerra, Fito Páez, Víctor Manuel, Chano Domínguez y Michel Camilo.

Las canciones recopiladas por García Lorca (entre ellas Los cuatro muleros, Zorongo gitano, La Tarara, Anda jaleo, Los mozos de Monleón, En el Café de Chinitas) han sido arregladas por el pianista gaditano Chano Domínguez en clave de jazz, que es lo suyo. Domínguez ya había probado a dar un toque de jazz a la canción tradicional en el disco Coplas de madrugá, de Martirio. Ahora sigue la misma pauta. Y consigue un producto fascinante que Ana Belén borda. Sale al escenario esplendorosa vestida por Jesús del Pozo: unas sedas azules, muy vaporosas, que potencian el talante etéreo de la artista, plata en las muñecas, pelo al viento. La Tarara, sambeada, es un descubrimiento. Detrás, el trío de Chano Domínguez con Javier Colina y Guillermo Mc Gill. Ana, suelta pero contenida, se mueve por el escenario como una grácil gacela con ojillos asustados.

Hieratismo

Ana Belén es una de las pocas cantantes españolas que encarga cada uno de sus espectáculos a un director escénico. En Lorquiana está dirigida por Lluís Pasqual. La cantante está absoluta de belleza y facultades. Hay cierto hieratismo en los parlamentos entre canción y canción, aunque están perfectamente guionizados: pero quedan como obvios o, al menos, algo forzados.En la segunda parte, la cantante irrumpe con un traje tornasolado, muy justo, rematado inferiormente por volantes que semejan fuego. Con un moño discreto y sin joyería alguna encima, la artista se lanza a otros terrenos musicales: del rock and roll a la vidala, pasando por el blues y la balada. Algunos de estos temas son francamente brillantes. La gente, en los bises, solicitó insistentemente una preciosa melodía de Michel Camilo en Herido de amor.

En definitiva, Ana Belén vuelve a saltar a un escenario con un espectáculo muy digno a su medida. Lorca suena también estupendamente en clave de jazz. Y este homenaje (estos discos) proporcionan un material precioso a las infinitas posibilidades de un poeta que pide a gritos transgresiones.

Entre el público, numerosas personalidades: Antonio Gala, Rosa León, Pedro Guerra, Luis Pastor, José Carlos Plaza... Había, sobre todo, mucha representación cinematográfica: José Luis García Sánchez, Santiago Segura, Pedro Oléa, Andrés Vicente Gómez, Manuel Gómez Pereira.

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