"Un pueblo que oculta el dolor del pasado no tiene presente ni futuro"
El azar ha querido que la presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Chile, Sola Sierra (Santiago de Chile, 1935), reciba el Premio Internacional Alfons Comín en un momento crucial para las víctimas de las atrocidades de la dictadura de Augusto Pinochet. El pasado mes de junio, cuando la fundación eligió a Sola Sierra como ganadora del premio, los miembros del jurado no podían sospechar que hoy, 18 de noviembre, precisamente el día fijado para la entrega del galardón en el Ayuntamiento de Barcelona, el ex dictador lleve exactamente un mes detenido en Inglaterra por orden de la justicia española. Pregunta. ¿Había pensado usted en algún momento que esto pudiera ocurrir? Respuesta. No, pese a que nosotros formamos parte del proceso judicial abierto en España y que lleva el juez Baltasar Garzón. Pero la presión política en Chile para que se imponga la impunidad ha sido tan fuerte que, aunque hemos apelado a todas las instancias jurídicas y a las organizaciones administrativas o gubernamentales por los derechos humanos, siempre consideramos muy lejano un juicio contra Pinochet. Creíamos más bien que lo verían nuestros hijos. Cuando nos llegó la noticia de que Pinochet había sido retenido en Inglaterra no nos lo podíamos creer. Nos vino a la memoria el rostro de cada uno de nuestros seres queridos, por los que hemos luchado tanto y casi siempre con mucha desesperanza. Estos rostros nos decían que la constancia y la perseverancia de nuestra lucha está dando sus frutos. P. Usted ha estado en los últimos días en Londres para seguir de cerca el proceso que se sigue en relación con la detención de Pinochet. ¿Confía en que la Cámara de los Lores aceptará la petición de extradición a España formulada por el juez Baltasar Garzón? R. Si los lores emiten un fallo jurídico, Pinochet será extraditado a España. Pero si la resolución es política, Pinochet regresará a Chile". P. ¿Confía en que el fallo sea jurídico? R. No mucho, porque durante 25 años sólo recibimos respuestas desesperanzadoras. El Gobierno chileno ha jugado con todo y ha buscado aliados en todo el mundo para garantizar la inmunidad diplomática de Pinochet y sus colaboradores. P. Sin embargo, si los lores se inclinan por la impunidad, ¿no cree que algo habrá cambiado tras la detención?. R. Por supuesto que sí. Independientemente de lo que dictaminen los lores británicos, Pinochet será conocido ante el mundo como el criminal que llegó al poder a sangre y fuego para imponer un régimen dictatorial; que asesinó, torturó y secuestró. El hecho de que viva ahora esta situación, que se halle retenido sin saber cuál será su suerte, es para nosotros una emoción. No nos satisface por un sentimiento de venganza, sino porque sentimos que nuestra lucha no ha sido inútil. Los crímenes que se cometieron en nuestro país fueron muy graves, se trataba de delitos contra la humanidad. Si no son castigados en nuestro país, la humanidad tendrá la obligación de hacerlo para prevenir que en el futuro no vuelvan a repetirse en ningún lugar del mundo. P. ¿El regreso a Chile de un Pinochet humillado puede afectar en el proceso de transición hacia la democracia? R. Justo cuando se conoció la noticia de la detención de Pinochet, los sectores de la derecha más recalcitrante así lo apuntaron. Pero esta reacción ha ido bajando de tono. Ya nadie en estos sectores defiende los cargos que se imputan a Pinochet, sino que tratan de apoyarse, en su defensa, en el humanismo que el general jamás tuvo con sus víctimas. ¿Cómo puede alegarse que no merece la pena juzgarle a sus 83 años? ¿No asesinó él a ancianos octogenarios? ¿No hay madres de 83 años que todavía siguen buscando a sus hijos desaparecidos? P. El sociólogo Tomas Mulian, autor del libro Chile actual, anatomía de un mito, afirma que la detención de Pinochet ha disuelto el mito de la presunta estabilidad del país hacia la transición. ¿Apoya usted esta teoría? R. Absolutamente. En Chile no ha habido unidad nacional ni reconciliación, a pesar de que el Gobierno ha tratado de vender la imagen de un país reconciliado. Intentaron incluso cambiar el lenguaje: Pinochet ya no era un dictador, sino el hombre que impuso un Gobierno totalitario. Ya no se cometieron crímenes; hubo excesos por parte de personas individuales, no de un Gobierno. Pero esta imagen que se trató de vender no ha calado en la sociedad. El pueblo se ha sentido estafado porque se habla de reconciliación, cuando ésta no es posible si no hay justicia plena. P. Su marido, el sindicalista Waldo Pizarro, fue detenido por la policía de Pinochet en 1976 y se sumó a la lista de los 1.198 detenidos desaparecidos denunciados por sus familiares. Usted entró a formar parte entonces de la agrupación que ahora preside. ¿Cuál es el frente de lucha de la entidad? R. No sólo luchamos para conocer el paradero de nuestros familiares asesinados, sino para que nunca más hechos como estos se repitan. Luchamos contra el olvido, porque el pueblo que no tiene memoria del pasado, no puede tener presente ni futuro. El dolor no puede ser acallado ante la conciencia colectiva. Además de huelgas de hambre, sentadas en lugares públicos o encadenamientos a los Tribunales de justicia, presentamos denuncias en España, en Amnistía Internacional y en todos los organismos defensores de los derechos humanos contra esta práctica que en el continente americano ya ha dejado más de 100.000 desaparecidos.
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