El "Mitch" reabre en Nicaragua viejas heridas de guerra
Gobierno y sandinistas se enzarzan en una batalla sobre la conveniencia de declarar el estado de emergencia
"¡Fue la falta de previsión del Gobierno la que produjo la tragedia en Nicaragua. Y ahora nos tiene en el abandono!", arenga Radio Ya, vinculada al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). "¡Hay que tener negro el hígado para sacar partido político de esta desgracia!", responde iracunda Radio Corporación, cercana al gubernamental Partido Liberal. Ambas emisoras vuelven a ser la punta de lanza de otro combate más entre la antigua guerrilla, que rigió los destinos del país desde 1979 hasta su derrota en las urnas en 1990, y el Gobierno del liberal Arnoldo Alemán, elegido en octubre de 1996.
El motivo, en esta ocasión, es el huracán Mitch, que ha dejado a su paso por Nicaragua al menos 4.000 muertos y 800.000 damnificados. Además de arrasar la mitad del territorio, Mitch ha reabierto las heridas de una década de guerra civil que los acuerdos de paz, culminados en 1989, no lograron cerrar del todo. La tragedia ha ofrecido, de hecho, nuevas municiones.
El Frente Sandinista, segunda fuerza del país, acusa al Gobierno de negligencia y de minimizar los daños. Y el Gobierno acusa a sus opositores de utilizar la desgracia para desestabilizar y obtener ventajas políticas. Apenas se había alejado Mitch del país cuando liberales y sandinistas se enzarzaron en una disputa sobre la conveniencia de declarar el estado de emergencia. "El Gobierno exagera, porque no es obligatorio imponer todas las medidas de represión que prevé la ley, pero lo cierto es que el estado de emergencia no va a cambiar nada, y sí puede provocar tensiones innecesarias en un país tan polarizado como éste", afirma Violeta Granera, directora de Fundemos, una organización de derechos humanos.
Los enfrentamientos, y esto es lo preocupante, han tenido consecuencias prácticas. La guerra desatada entre las alcaldías sandinistas de los municipios afectados y las instituciones dependientes del Gobierno ha entorpecido la distribución de la ayuda y ha enrarecido el ambiente.
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