Una oleada de misteriosos drones en la costa Este de Estados Unidos inquieta a la población
La Casa Blanca asegura que el continuo avistamiento de aparatos no identificados sobre siete Estados de la costa Este no amenaza la seguridad nacional mientras legisladores de ambos partidos exigen una respuesta más firme
Desde mediados de noviembre, una oleada de misteriosos avistamientos de drones —sobre todo en Nueva Jersey, pero ahora también en Nueva York y otras zonas del este de EE UU— ha alimentado teorías de la conspiración, un reguero de misteriosas especulaciones en internet y la consabida dosis, cuando no psicosis, de inquietud. Legisladores de ambos partidos presionan al Gobierno federal para que dé explicaciones creíbles sobre la vorágine de vuelos, algunos de los cuales, según han confirmado las autoridades, han bordeado instalaciones militares y el campo de golf de Donald Trump en Bedminster (Nueva Jersey).
Mientras el FBI, el Departamento de Seguridad Nacional del Gobierno federal y las agencias locales investigan el fenómeno, la Casa Blanca, objetivo de las críticas de la Administración entrante por no abordar el asunto de forma más decidida, se vio obligada a convocar el sábado una teleconferencia con periodistas para enviar un mensaje de tranquilidad: los drones no son una amenaza para la seguridad nacional o pública, ni obra de un agente extranjero con malas intenciones, por ejemplo China, el nombre en boca de casi todos, y que en febrero de 2023 colocó dos globos supuestamente espías, uno sobre aguas del Atlántico y otro sobre el Estado de Montana. Ambos fueron abatidos por cazas estadounidenses.
Pese a la llamada a la calma, la ansiedad ciudadana no cesa. Movidos por una fiebre similar a la de los ovnis en los años sesenta y setenta, que además nunca ha decaído, los estadounidenses de la costa Este miran al cielo en busca de señales, luces y estelas. Funcionarios del FBI, el Pentágono, la Administración Federal de Aviación y otras agencias han concluido que muchos de los avistamientos notificados corresponden en realidad a avionetas u otras aeronaves tripuladas que vuelan legalmente. Con respecto a los no tripulados, lo que los expertos no han podido determinar es si se trata de un solo aparato que ha sido avistado varias veces en diferentes puntos o de varias aeronaves que vuelan en un esfuerzo coordinado, lo que presupondría intención o plan por parte de sus operadores. En el caso de Nueva Jersey, donde la constelación de aparatos es más visible, el FBI ha pedido a los residentes que compartan vídeos, fotos y cualquier otra información que puedan recabar sobre su presencia. Ha recibido unas 5.000 pistas y sigue investigando un centenar de ellas.
Algunos aparatos han bordeado la ilegalidad, cuando no el peligro. En Boston, la policía detuvo el sábado por la noche a dos hombres acusados de operar un dron “peligrosamente cerca” del aeropuerto de la ciudad. Según las autoridades, un agente que utilizaba tecnología de vigilancia de drones detectó el artefacto y la ubicación de sus operadores. Un tercer hombre huyó de la policía y sigue en paradero desconocido. Los dos detenidos se enfrentan a cargos por allanamiento de morada.
La base aérea Wright-Patterson, cerca de Dayton (Ohio), cerró durante cuatro horas entre el viernes y el sábado su espacio aéreo, por la presencia de un número indeterminado de drones, que no volvieron a hacer acto de presencia tras la clausura de las instalaciones. Era la primera vez que se veían aparatos no tripulados en la base, una de las más grandes del mundo. Según un portavoz militar, tenían distintos tamaños y no afectaron a ninguna operación ni instalación de la base.
En Nueva York, aunque han aumentado las denuncias de avistamientos, el número real de avistamientos de drones se ha mantenido estable, según ha informado este lunes la división de inteligencia y antiterrorismo del Departamento de Policía. Las frecuentes noticias y las publicaciones en las redes sociales sobre el asunto pueden haber llevado a los neoyorquinos a estar más atentos de lo habitual, lo que según la fuente habría provocado el incremento de las denuncias. Pero muchos de los avistamientos resultaron no ser drones, una confirmación oficial que solo añade preguntas a la gran incógnita.
Cómputo de vuelos y detalles técnicos al margen, la pacífica invasión de drones ha movilizado a los políticos en vísperas del traspaso de poder en la Casa Blanca. Muchos legisladores han cerrado filas con los perplejos habitantes de sus circunscripciones, sus votantes, y pedido incluso a las autoridades competentes que derriben las aeronaves no identificadas, aunque tal medida, además de peligrosa e ilegal, podría acarrear consecuencias indeseables como “graves daños materiales y lesiones”, según expertos y funcionarios federales.
Aunque los aparatos fantasmas han sido vistos en al menos siete Estados, en ninguno como en Nueva Jersey, Estado vecino de Nueva York, su presencia ha provocado tal crispación. El gobernador, Phil Murphy, y el senador Andy Kim, ambos demócratas, han salido literalmente a la caza de drones, con la esperanza de encontrar respuestas. Murphy publicó en la red social X el domingo por la noche que había salido con agentes de la policía estatal a inspeccionar la bóveda celeste que se alza sobre West Trenton, en condiciones óptimas de visibilidad, pocas horas antes de la entrada de un frente lluvioso. “El público merece respuestas claras: seguiremos presionando al Gobierno federal para obtener más información y recursos”, escribió.
Especulaciones y enemigos
Tanto el gobernador como las fuerzas de seguridad locales coinciden en que los vuelos no parecen ser una amenaza para la seguridad pública, pero, junto con legisladores del Estado y autoridades municipales, sí han pedido normas operativas más estrictas. Los aparatos empezaron a sobrevolar Nueva Jersey a mediados de noviembre. Al principio eran vistos a lo largo de un pintoresco río que alimenta el mayor acuífero del Estado, a solo 80 kilómetros al este de Nueva York. Pronto comenzaron a identificarse cerca de un centro militar de investigación y del campo de golf, y ocasional escenario de encuentros políticos y mítines, del presidente electo Donald Trump.
El representante republicano por Nueva Jersey, Chris Smith, ha puesto el ventilador sobre las especulaciones que hierven en las redes y sostiene no solo que los drones están en todas partes, sino que detrás está el mismísimo enemigo. “Las escurridizas maniobras de estos aviones no tripulados sugieren una sofisticación de gran potencia militar que lleva a preguntarse si han sido desplegados para poner a prueba nuestras capacidades de defensa —si no algo peor— por dictaduras violentas, tal vez Rusia, o China, o Irán, o Corea del Norte”, ha dicho.
“La Administración de Biden sigue despreciando a los residentes de Nueva Jersey que han sido testigos de este enjambre de aviones no tripulados, incluso desde el océano, siguiendo a un bote de la Guardia Costera y sobre bases militares críticas como la Estación de Armas Navales [situada] en mi distrito del Congreso”. Algunos informes de prensa, incluido uno del Daily Mail, citan a expertos en inteligencia que sugieren que Rusia podría ser la responsable (…) La falta de acción [de la Administración de Biden] y sus vacías palabras solo provocarán un aumento de la especulación y la comprensible preocupación de tanta gente”, dijo Smith el viernes mediante un comunicado.
El fenómeno, que algunos ya definen en tono de broma como una secuela menor de La guerra de los mundos, no pasa por el momento de ser un episodio más propio del género pulp que de los archivos clasificados del Pentágono. Pero a un mes del relevo en la Casa Blanca, algunos se preguntan ya con qué clase de artillería respondería Trump si los aparatos siguen haciendo de las suyas.
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