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El Pentágono reconoce que no detectó las incursiones de globos chinos durante el mandato de Trump

Continúan las tareas para recuperar los fragmentos del globo espía derribado el sábado

Macarena Vidal Liy
Globo espía China en Estados Unidos
Uno de los balones espías chinos detectados por Estados Unidos.Chris Jorgensen (AP)

Los mandos militares estadounidenses no detectaron en su momento tres globos espía chinos que entraron en territorio de este país brevemente durante el mandato del presidente Donald Trump, según ha reconocido este lunes un alto cargo del Pentágono, debido a un “vacío de concienciación” sobre la posilibilidad de que algo así ocurriera. Solo se conocieron las incursiones a posteriori, mediante “otras vías” para obtener datos de inteligencia, ha reconocido el jefe del Comando de Defensa Aeroespacial de Norteamérica (NORAD, por sus siglas en inglés), el general Glen VanHerck.

“Como comandante de NORAD, es mi responsabilidad detectar amenazas contra América del Norte. Puedo decirles que no detectamos esas amenazas”, ha indicado VanHerck en una conversación telefónica con periodistas. En aquellos casos, los globos solo permanecieron brevemente sobre territorio de EE UU, en Florida, Texas, Hawái y Guam. Funcionarios de la era Trump, y el propio expresidente, habían negado que se hubieran producido esos incidentes, que el Pentágono ha dado a conocer en medio de fuertes críticas de la oposición republicana a la Administración demócrata por lo que considera una gestión excesivamente blanda del caso de la semana pasada.

Solo se tuvo conocimiento de esas incursiones tras la llegada a la Casa Blanca del demócrata Joe Biden, cuando se obtuvieron otros datos por “vías adicionales de recolección” de inteligencia, precisó VanHerck. El militar no precisó si se refería a datos obtenidos mediante la intercepción de comunicaciones, ciberataques o espías sobre el terreno.

El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, ha indicado en una rueda de prensa telefónica paralela que la Casa Blanca ha ofrecido sesiones informativas sobre los hallazgos en torno a aquellos incidentes a altos funcionarios de la Administración previa.

El globo espía chino abatido el sábado sigue aún, en su mayor parte, bajo las aguas del Atlántico. Las condiciones meteorológicas y las corrientes en la zona, frente a las costas de Carolina del Sur, complican los trabajos para rescatar los fragmentos de un aparato cuya incursión sobre territorio de EE UU y posterior derribo ha precipitado una nueva crisis en las relaciones entre Washington y Pekín.

El aparato, de una longitud similar a la de tres autobuses, medía 61 metros de alto y pesaba cerca de una tonelada, según ha precisado el Pentágono este lunes en una rueda de prensa, dos días después de que un caza F-22 fulminara el globo con un misil Aim-9X. El tamaño del artefacto, sumado a la altura desde la que cayó ―más de 18.000 metros―, hace que el área donde hayan caído sus fragmentos sea amplia. “Unos 1.500 por 1.500 metros, es decir, 15 por 15 campos de fútbol”, ha señalado VanHerck.

Desde este lunes, los equipos de búsqueda y rescate han empezado a utilizar vehículos submarinos no tripulados para tratar de localizar los restos, en un área de cerca de 15 metros de profundidad, según VanHerck. En las tareas participan, entre otros, el buque de la Armada USS Carter Hall, donde se van almacenando los restos rescatados, y una embarcación Pathfinder, dotada de sónar y que ayudará a trazar un mapa submarino de la zona.

El área ha quedado cerrada al acceso de otros barcos. Pero el Pentágono reconoce la posibilidad de que algún fragmento llegue arrastrado por las olas a la costa. Las autoridades locales han pedido al público que, si encuentran algo, no lo toquen y avisen a la Policía o al servicio de guardacostas. John Kirby puntualizó que hasta ahora los fragmentos recuperados se han recogido de la superficie del mar. El mal tiempo ha impedido llevar a cabo operaciones submarinas.

Una vez se hayan recogido todos los restos, se enviarán a los servicios secretos para su análisis. No hay planes, subrayó, de entregárselos a China, que ha calificado de “reacción excesiva” el derribo de lo que asegura que solo era una aeronave civil para la investigación meteorológica y científica a la que los vientos extraviaron de su rumbo.

Una versión que Estados Unidos descarta por completo. El globo, sostiene Washington, tenía funciones de espionaje. Contaba con equipo para ello, su ruta le llevaba por lugares de interés militar y en el pasado China ya había enviado otros globos similares a territorio estadounidense, aunque nunca durante tanto tiempo, según el Gobierno.

“Estamos en todo nuestro derecho a tirarles el globo y vamos a recuperar tantos fragmentos como podamos para estudiarlo”, ha subrayado Kirby. El portavoz ha subrayado que el derribo tuvo lugar dentro de las aguas territoriales estadounidenses precisamente para respetar las normas internacionales. “A diferencia de China, que no las cumplió al sobrevolar el espacio aéreo soberano de Estados Unidos”, precisó.

Respondía así al viceministro de Exteriores chino, Xie Feng, quien acusó a Washington de “violar gravemente el espíritu del derecho internacional” con un “uso indiscriminado de la fuerza”. Xie también ha asegurado que Pekín “defenderá los intereses y la dignidad del país”. Y la portavoz de ese ministerio Mao Ning ha insistido en que “la entrada involuntaria de esta nave aérea es un incidente aislado y accidental. Pone a prueba la sinceridad que tenga EE UU en la estabilización y mejora de las relaciones bilaterales, y en el modo en que gestiona las crisis”.

Washington, por su parte, alega que China mantiene una red de globos espía que operan en todo el mundo y han sido avistados en países de los cinco continentes. Este globo destruido, sostiene, formaba parte de esa flota.

Pero, pese a los reproches mutuos entre las dos principales economías del mundo, Kirby trató de restar importancia a las consecuencias que el incidente pueda acarrear. Aunque “claramente, el incidente no ha ayudado” a mejorar los lazos, “no hay razón”, subrayó, para que las tensiones “deriven en algún tipo de conflicto”.

El secretario de Estado, Antony Blinken, suspendió el viernes la visita a Pekín que tenía previsto haber comenzado el fin de semana, la primera de un alto cargo estadounidense de ese nivel desde 2018, ante la incursión del globo, que consideró una “violación de la soberanía” de su país. Aquel viaje, que nunca llegó a anunciarse oficialmente antes de su aplazamiento, debía haber servido para tratar de encontrar vías de entendimiento entre dos rivales cuyas relaciones se han ido tensando a medida que China ha entrado en auge.

Por el momento, no hay contactos entre las dos Administraciones para buscar una nueva fecha al viaje, aunque Blinken ha subrayado que se trata de un mero aplazamiento hasta cuando vuelvan a darse “las condiciones necesarias”, y no una cancelación definitiva.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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