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Marine Le Pen: “Soy profundamente euroescéptica; el funcionamiento de la UE es antidemocrático y antinacional”

La líder del partido ultra Reagrupamiento Nacional, pendiente de una posible inhabilitación política, advierte en una entrevista con EL PAÍS que derribará de nuevo el Gobierno de Francia si el recién nombrado primer ministro desoye las exigencias se su partido

Marine Le Pen
Marine Le Pen, retratada este martes en las oficinas de su partido en la Asamblea Nacional.Ed Alcock
Daniel Verdú

La vida de Marine Le Pen (Neuilly-sur-Seine, 56 años) se aceleró en junio con la inesperada disolución de la Asamblea decretada por Emmanuel Macron. Seis meses después, tras unas elecciones, el nombramiento y la caída de un primer ministro —Michel Barnier— y la llegada de un nuevo jefe del Ejecutivo —François Bayrou—, la líder de Reagrupamiento Nacional sigue teniendo al Gobierno de Francia en sus manos. Por mucho que se empeñe el presidente de la República, sin el apoyo del Nuevo Frente Popular, sin un candidato designado por el flanco progresista, que suma mayoría en el Parlamento, su suerte seguirá ligada a la voluntad de la ultraderechista. Pero la guerra fría entre ambos se decide también fuera de la política.

La líder de RN recibe el martes por la tarde a EL PAÍS en su despacho de la Asamblea Nacional en la primera entrevista con un medio extranjero que concede tras el nombramiento de François Bayrou como primer ministro. Su equipo, eminentemente joven, entra y sale de la oficina. Detrás del escritorio, aparece cogida del brazo y sonriente en una foto en blanco y negro con Jordan Bardella, presidente del partido a sus 29 años y su delfín y remplazo en caso de accidente. O de sentencia judicial.

Le Pen ha sido tres veces candidata a la presidencia de la República y en dos ocasiones se ha plantado en la segunda vuelta. Ha transformado el RN en un partido casi hegemónico que ha devorado a la derecha clásica. En las últimas elecciones legislativas obtuvo más de 10 millones de votos. Nunca ha estado tan cerca de lograr el viejo sueño presidencial de la familia Le Pen. Y, sin embargo, todo podría descarrilar el 31 de marzo, cuando se conocerá la sentencia del juicio por malversación de fondos europeos que podría inhabilitarla cinco años. Los próximos meses marcarán el futuro del Ejecutivo, de Macron y de la propia Le Pen, centro de gravedad de este caótico momento. Es su hora del todo o nada.

Pregunta. ¿Qué le parece la elección de François Bayrou como primer ministro?

Respuesta. Bayrou debe recordar que no ha sido nombrado para desarrollar su política, sino para construir un presupuesto teniendo en cuenta las tres grandes fuerzas de la Asamblea Nacional. Conozco su apego a la democracia, tiene buenas intenciones. Pero esperaremos a ver qué presupuesto presenta. Si se parece al de Barnier, las mismas causas provocarán los mismos efectos.

P. Diga la verdad, ¿realmente tumbó a Barnier solo por no actualizar las pensiones con el IPC?

R. Sí… cayó por exceso de orgullo. Cometió un error de juicio sobre el RN, pensó que nos contentaríamos con algunas migajas.

P. ¿Censurará al Gobierno de Bayrou si no cede a esas mismas exigencias?

R. Sí. Somos el país con la presión fiscal más alta del mundo. Y la gente se pregunta dónde va su dinero. El problema de los franceses no es que acepten los impuestos, sino la manera en la que despilfarran su dinero. No podemos aumentar impuestos cuando la gente no puede pagar sus facturas de electricidad. Y, para ello, es imprescindible atacar el otro flanco del problema: los gastos desmedidos del Estado.

Marine Le Pen, este martes durante la entrevista con EL PAÍS, en su oficina en la Asamblea Nacional (París).
Marine Le Pen, este martes durante la entrevista con EL PAÍS, en su oficina en la Asamblea Nacional (París). Ed Alcock

P. La sensación es que usted cuece a fuego lento a Macron sin ningún interés por la estabilidad y que, a la mínima, planteará otra moción de censura.

R. Se equivoca. Si no, lo hubiéramos hecho enseguida. Lo que nos mueve es el interés de los franceses: si se preserva, no censuraremos porque sí.

P. Ustedes, que aspiran a gobernar, han creado inestabilidad.

R. Si hay inestabilidad es únicamente culpa de Macron. Ha generado un billón de deuda en siete años, y eso es lo que ha complicado la situación del país. También ha provocado una disolución [de la Asamblea] pensando que ganaría las elecciones, y las perdió. Y acaba de nombrar a un primer ministro, pero en realidad ha sido él quien se ha autonombrado. No estamos aquí para desestabilizar, sino para cambiar la política que imponen a los franceses. No tenemos miedo a usar instrumentos que nos ofrece la Constitución para hacer respetar la voluntad de nuestros 11 millones de electores. Pero no encuentro ningún placer en ello.

Si el primer ministro Bayrou no atiende nuestras propuestas, le censuraremos”

P. ¿Macron debe dimitir?

R. No estoy aquí para decirle lo que tiene que hacer. Es él quien debe determinar si, en algún momento, puede continuar en su puesto mientras ya no impulsa realmente nada positivo para el país. Si en algún momento se encuentra atrapado por los límites de la Constitución francesa, será él quien deba tomar una decisión.

P. La inestabilidad que ha provocado con la moción, entre otras cosas, favoreció que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, firmara el acuerdo de Mercosur, al que toda Francia se oponía, mientras no había Gobierno.

R. Para nada. Subió al avión hacia Uruguay cuando la censura no se había votado. Lo decidió hace meses. Considera que las naciones ya no tienen nada que decir sobre su futuro. ¿Y quién es responsable de esto? Los líderes políticos franceses y europeos, que permitieron que la Comisión se convierta en un ente todopoderoso. Espero que haya una minoría de bloqueo en el Consejo Europeo para impedir que se firme.

P. Veo que sigue siendo euroescéptica.

R. Soy profundamente euroescéptica. No estoy contra Europa, pero considero que su funcionamiento actual es antidemocrático, antinacional y completamente contrario a las soberanías de las naciones. Cuando un país ya no puede defender sus intereses vitales, no creo que eso sea democracia. La Asamblea Nacional votó hace unos días, con una abrumadora mayoría, en contra del acuerdo con el Mercosur. Pero nada impide que este se firme sin tomar en cuenta la opinión de los representantes del pueblo francés. No puedo aceptarlo.

P. Da la impresión de que intentará que Macron dimita antes del 30 de marzo, cuando debería conocerse la sentencia del juicio en el que usted está acusada de malversación de fondos europeos y que podría inhabilitarla políticamente.

R. Eso es absurdo, y revela una visión complotista de la realidad.

P. ¿Esperaba esta petición de la Fiscalía: cinco años de cárcel y otros cinco de inhabilitación?

R. Nadie espera un ataque tan violento e injusto. Pero la indignación fue mucho más allá de las filas del RN. Incluso Jean-Luc Mélenchon, [el líder de LFI], dijo que le parecía inaceptable esta especie de Inquisición. La petición ha creado una especie de conmoción en el país. Los franceses tomaron conciencia de que algunos magistrados se sienten con derecho a influir directamente en las elecciones. La sentencia aún no se ha dictado, y no creo que osen llegar a tales extremos.

Si me condenan, estaríamos ante un verdadero conflicto de legitimidad democrática”

P. Entonces, ¿se siente perseguida?

R. No estoy en la cabeza de los fiscales, pero parece como si algunos quisieran colgar a todos los políticos en una sala de trofeos, como si su poder fuera superior al poder del pueblo. Pero ningún poder lo es. Si los magistrados decidieran seguir las recomendaciones de la Fiscalía, estaríamos ante un verdadero conflicto de legitimidad.

P. Suena a llamada a la revuelta.

R. No, no, de ninguna manera. Pero imagínese: he sido candidata a la presidencia tres veces, finalista en dos ocasiones, y los sondeos indican que podría ganar las elecciones presidenciales. Pero, ¿tres magistrados podrían impedir que me presente, aunque el 50% de los franceses quiera votar por mí?

P. En el caso de que no pueda presentarse, ¿qué ocurriría en la torre de mando del RN?

R. Las ideas del RN están encarnadas por dos personalidades. Y eso es una forma de seguridad para su defensa. Pero ni Jordan Bardella [su número dos y presidente del RN] ni yo nos ponemos en ese estado mental.

P. ¿Usted cree que Bardella está preparado para ser presidente de la República?

R. No se ha preparado para eso porque, precisamente, nos presentamos como un tándem: yo seré candidata a la presidencia y él sería mi primer ministro.

P. El RN lleva años intentando normalizarse. ¿La moción de censura le cierra las puertas de ese mundo liberal y burgués que tradicionalmente no votaba al RN?

R. En absoluto. Todos los periodistas dijeron que el RN iba a perder mucho apoyo tras votar la moción de censura. Pero unos días después, una encuesta me daba un 38% en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Ahora bien, que haya votantes de derecha que hayan pensado que Barnier era de derecha y que por eso no debíamos censurarlo... Puede que sea de derechas, pero presentó un presupuesto de izquierdas.

Si hay inestabilidad en Francia es culpa de Macron, no de la moción de censura”

P. ¿Usted no se considera ni siquiera de derechas?

R. No. Especialmente si un programa de derechas consiste en abandonar toda política social. Creo en el Estado estratega de inspiración gaullista. No pienso que deba limitarse exclusivamente a sus poderes regalianos [usurpados]. En ese sentido, soy un poco inclasificable.

P. En Italia, hemos visto sintonía entre Forza Italia y Meloni. En España, entre PP y Vox. Pero en Francia todavía no, ¿cree que sería necesario algo similar para llegar al poder?

R. Tenemos muy poco en común con el resto de Los Republicanos [la derecha equiparable al PP] y con Laurent Wauquiez [líder de LR]. Basta ver cómo se dirigió a mí durante el discurso sobre la moción de censura. Fue muy insultante, muy desdeñoso. Además, tenemos diferencias de fondo muy importantes.

P. Usted tampoco es un corderito cuando les habla.

R. En cualquier caso, nunca demuestro arrogancia ni desprecio. Wauquiez está dispuesto a gobernar con el Partido Socialista, lo cual es bastante revelador. Jean-Marie Le Pen ya hablaba de la “UMP-PS”, una especie de partido único. Hoy en día, vemos algo similar: un bloque político dispuesto a aliarse para mantener sus puestos. Esto recrea una forma de bipolaridad política que aclara aún más nuestra posición: nosotros contra el partido único.

P. Meloni llegó así al poder. ¿Por qué no han logrado estar en el mismo grupo europeo?

R. Porque ella tiene una relación con Von der Leyen que no quiero respaldar: esta presidenta de la Comisión es todo lo que debemos evitar para proteger a los pueblos europeos. Ella, su Comisión, el comisario de Agricultura que apoya el Pacto Verde, que está a favor de Mercosur… es todo exactamente lo contrario de lo que pienso. Entiendo que Italia está en una situación distinta a la de Francia, y no juzgo a Giorgia. El Plan de Recuperación que recibió, esencial para su estabilidad financiera, no tiene nada que ver con el de Francia: 240.000 millones, contra 40.000. Italia necesita apoyarse en la UE. Nosotros no estamos en esa situación, tenemos la libertad para criticar la Comisión de Von der Leyen, quintaesencia de todo contra lo que luchamos.

La Comisión Europea de Von der Leyen es la quintaesencia de todo contra lo que luchamos”

P. Entonces, ¿su vieja idea de un grupo común con Meloni ha muerto?

R. Ella no quiso. Le dijeron que si se unía al RN, se le aplicaría el cordón sanitario. No es que no hubiésemos podido encontrar elementos comunes, es que fue la misma Von der Leyen quien le dijo que si se aliaba con nosotros, sería tratada como una paria, sin vicepresidencias de comisión, sin presidencias, sin nada. Y Meloni se sintió obligada a convertirse en la víctima de este cordón sanitario.

P. ¿Qué le parece su plan de crear centros de deportación fuera de las fronteras de la UE?

R. No creo que esa sea la solución. Hay que implementar una política disuasoria. Lo que está pasando en Europa es una locura: atraer migrantes para luego preguntarse cómo gestionarlos. Hay que tratar los casos de asilo en los consulados y embajadas extranjeras. Nadie debería poder poner un pie en Europa sin la debida autorización. Debemos suprimir la libre circulación de personas, y limitarla dentro del espacio Schengen a los nacionales de los países Schengen. La señora Merkel trajo a un millón de migrantes hace unos años. Algunos se quedaron en Alemania, pero el resto, ¿a dónde fue? A otros países. No lo podemos permitir.

P. ¿Se refiere a limitar la libre circulación a personas con la nacionalidad de países de la UE?

R. Sí. Si un país acepta un millón de migrantes, es su problema. Su decisión no puede derivar en problemas para otros. Pero eso es lo que sucede hoy con Schengen.

P. Eso va contra todos los fundamentos de la Unión Europea.

R. No, porque la libre circulación de las personas con la nacionalidad de los países se sigue preservando. Los orígenes de Schengen, precisamente, nunca trataron de que una persona a la que Italia permite estar en su territorio tenga la posibilidad de ir a todos los demás países. La idea original era que aquellos con la nacionalidad italiana, española o portuguesa pudieran circular libremente.

P. Claro, pero las normas hablan también de una redistribución de los migrantes que siempre entran por las mismas fronteras.

R. Nos vemos obligados a aceptar migrantes en nuestros pueblos bajo pena de ser multados con no sé cuántos millones de euros. ¿Usted cree que yo puedo aceptar eso? Claro que no.

P. ¿Francia necesita otra ley de inmigración, como le ofrecía el anterior Gobierno para que tener su apoyo?

R. Mire, mientras no integremos en la Constitución francesa los derechos de los extranjeros con las limitaciones que queremos imponer, y mientras no recordemos a la UE que sus textos y jurisprudencia no pueden aplicarse en Francia si son contrarios a la Constitución, no vamos a resolver realmente el problema.

P. Eso también va contra el espíritu de la UE.

R. Puede hacerse con un referéndum constitucional decidido por el presidente o la presidenta de la República.

P. La natalidad de Francia es la más baja desde la Segunda Guerra Mundial. Sin inmigrantes, ¿quién va a pagarle la pensión a la generación de Bardella [tiene 29 años]?

R. Eso es una mentira que se ha difundido durante años. La realidad es que solo tiene un contrato de trabajo el 10% de los migrantes que llega a Francia. Así que, de 500.000 personas que entran cada año, solo 50.000 contribuye legalmente.

P. No es culpa de ellos, sino del sistema que debería integrarles.

R. Es culpa de quienes les aceptan, pero estas personas no pueden resolver los problemas de nuestro país. En realidad, agravan considerablemente todos nuestros sistemas sociales porque pesan sobre nuestro sistema, sobre nuestra escuela, sobre la salud, porque los cuidamos, sobre la vivienda. El peso es demasiado grande y Francia está atravesando dificultades considerables. Debemos detener esta inmigración y hacer niños. Todo esto es un proceso que debe invertirse, porque si no, obviamente, estaremos condenados a una muerte lenta.

P. Eso suena a las teorías de la sustitución étnica, del Gran Remplazo.

R. De ninguna manera. El problema es que toda la historia del mundo es una historia de demografía. Si Europa deja de tener hijos, solo habrá personas mayores, mientras que África tiene tasas de fecundidad muy altas. En algún momento, la presión demográfica se hará sentir.

Le Pen, este martes en el despacho de RN, en la Asamblea Nacional en París.
Le Pen, este martes en el despacho de RN, en la Asamblea Nacional en París. Ed Alcock

P. ¿Usted seguiría enviando armas a Ucrania?

R. Esta guerra va a terminar. Lo dije desde el principio, Ucrania no podía ganar este conflicto. La empujamos a continuar una guerra que se transformó en una verdadera masacre de militares y población civil. La única forma para que Ucrania ganara era que la OTAN interviniera, y eso habría sido la Tercera Guerra Mundial. Creo que Donald Trump sentará en la mesa a Putin y a Zelenski y habrá una solución diplomática.

Trump sentará en la mesa a Putin y a Zelensky y habrá una solución diplomática”

P. ¿La llegada de Trump le parece una buena noticia entonces?

R. Tal vez si yo fuera estadounidense. Pero vamos a tener que sufrir las consecuencias de que defienda los intereses de su país. No puedo reprochárselo, pero sé que pueden entrar en conflicto con los de Francia, que ni siquiera tiene control sobre su propia política comercial y, en realidad, depende de la UE para defender sus intereses económicos.

P. ¿Putin es un peligro para la seguridad de Europa?

R. No creo que tenga las ambiciones ni los medios para conquistar Europa, como se dice a veces.

P. Usted dijo que era un gran estadista. ¿Cómo lo juzga ahora?

R. Hace unos años, cuando Francia trataba de restablecer relaciones con Rusia, yo dije que no deberíamos subestimar a Putin. La Rusia de los años noventa estaba devastada por el saqueo de Yeltsin, y él logró devolverle un papel importante en la escena mundial.

P. En España usted tiene aliados. ¿Qué relación tiene con Vox y qué puntos en común tienen?

R. Muy buena, especialmente con Santiago Abascal, y tenemos muchas cosas en común. Ambos defendemos la soberanía nacional, nos oponemos a la inmigración descontrolada y estamos comprometidos con nuestras tradiciones.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes
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