Pedante y bello
Qué obra más pretenciosa y más pedante; como ellos mismos lo saben, introducen muchas veces la ironía, y lo hacen con finura y gracia. Ya es raro mezclar dos personalidades como la del arquitecto histórico Frank Lloyd Wright, quizá en nombre de la geometría, y un charlatán como Gurdieff, esoterista, entre filósofo y mago y magnetizador, que tuvo en el París de los 40 muchos discípulos, que generalmente no entendieron nada ("Je vous laisse dans de beaux draps", en qué barullo, en qué laberinto os dejo, fueron sus ultimas palabras para sus discípulos compungidos pero atónitos). Mezclarlos con Trotski tocando al armonium la Internacional y a Stalin mismo dirigiendo personalmente pelotones de fusilamiento, todo ello con canciones judías, o con un bar de homosexuales, o con una coreografía rígida y geométrica; o con un divertido diablo gruñón y fumador, quizá revele solamente el deseo de llamar la atención. El deseo de hacer teatro: a toda costa.Dejemos el sentido, dejemos la lectura de las largas notas y comentarios sobre el coro y el individuo, los maestros y los seguidores; olvidemos el deseo de entender algo, la voluntad de entender los tres idiomas en que se manejan los personajes, no nos importe nada ninguna figura ni ningún símbolo, y nos quedará la perfección de un teatro bien hecho, la voluntad y la persona del verdadero maestro de la obra, que es Robert Lepage.
"La géometrie des miracles"
Concepción y dirección: Robert Lepage; dramaturgia: Rebecca Connally; música original de Michel F. Côte y Diane Labrosse. Concepción e interpretación: Tea Alagic, Daniel Bélanger, Jean-Frangois Blanchard, Marie Brassard, Denis Gaudreauft, Anthony Howell, Kevin McCoy, Thaddeus Phillips, Rodrigue Proteau, Catherine Tardif. Escenografía: Carl Fillion. Diseño de iluminación: Eric Fauque. Compañía Ex Machina. Festival de Otoño. Teatro Albéniz.
Dueños de sus cuerpos
Los actores hablan mal en los tres idiomas, a los que se añade el supuesto castellano de la traducción luminosa, pero hacen bien sus gestos, marcan su geometría, son dueños de sus cuerpos; y la escenografía es inteligente, fría y grata, y está muy bien iluminada y... Bien, Robert Lepage es así, como otros grandes directores o creadores de nuestro tiempo; con menos profundidad que Peter Brook, con mas vitalidad que Robert Wilson; siempre son ellos los que se exhiben, y esta exhibición, terminada en punta con un baile pop para que los espectadores coreasen, gustó mucho, mucho. Yo no me aburrí: no sabe nadie lo que lo agradezco en estos tiempos de tribulación teatral.
Babelia
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