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El Alcázar de Toledo acoge desde hoy la segunda biblioteca más importante de España

La convivencia entre armas y letras reunió a personalidades de todos los sectores sociales

"Si no califico este día de histórico es porque ese adjetivo se ha desprestigiado desde que hay un partido de futbol histórico cada semana", afirmó ayer Fernando Lázaro Carreter, director de la Real Academia Española, en el acto inaugural de la Biblioteca de Castilla-La Mancha, la segunda en importancia en España, que compartirá, junto al Museo del Ejército, el edificio del Alcázar de Toledo. Al acto, cargado de simbología, asistieron los ex presidentes Felipe González y Leopoldo Calvo Sotelo y personalidades de la vida civil, militar, deportiva y eclesiástica.

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Fernando Lázaro Carreter recordó a los últimos que lucharon en el Alcázar de Toledo, fuera y dentro de esos muros: "Cuando uno de estos días llegó del norte la atolondrada afirmación de que España no es una nación, pensé qué hicieron aquí esos hombres atacando o defendiendo, disputándose estos muros simbólicos y matándose por clavar en lo alto una bandera distinta, pero que significaba lo mismo", señaló el académico, quien en su intervención recordó también las blibiotecas personales de figuras relacionadas, por diversas razones, con la ciudad de Toledo como Fernando de Rojas, El Greco, Salazar de Mendoza, Lope de Vega, Garcilaso o Cervantes. En el acto intervinieron los ex presidentes del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo y Felipe González. Adolfo Suárez disculpó en el último momento su ausencia debido a problemas personales. Calvo Sotelo hizo paralelismos entre la condición de militar y escritor de Cervantes y el hecho de que en el Alcázar se daba el reencuentro y convivencia ente armas y letras. González, que aludió en diversos momentos a la memoria y a la imagen de Toledo como ciudad de tolerancia y convivencia -al igual que José Bono, presidente de Castilla-La Mancha-, dijo que aquello era algo más que un acto inaugural de una bilbioteca: "Es un acto de recuperación", afirmó.

Felipe González afirmó que "si mirásemos seriamente lo que estamos viendo, estas piedras, tantas veces edificadas y destruidas, que hunden sus raíces en la época romana, musulmana, visigoda, superaríamos algunas angustias de identidad. La falta de profundidad de campo en la mirada nos lleva al desbarajuste de buscar una identidad siempre perdida y siempre reencontrada". González afirmó que no le gustaría que se cuestione la identidad de España, máxime cuando él mismo ha representado en Europa e Hispanoamerica a "una de las más viejas naciones del mundo", aunque ahora algunos nieguen que es una nación. El ex presidente ironizó que a este paso puede llegar un momento en que su "amigo" Jordi Pujol pueda concederle pasaporte, "algo que, tal como están las cosas, no haría Arzalluz. Pero deseo que no lleguemos a eso". González afirmó que no quiere que España sea "nación de nacionalismos" sino de nacionalidades, conforme a la Constitución.

La simbología del acto, a la que todos los invitados hicieron alusión, no sólo se reflejó en el hecho de que un lugar asociado al franquismo sea desde hoy casa para la memoria de dos conceptos casi antagónicos como cultura y guerra. El juego de fusiones y binomios se cuidó hasta en los más mínimos detalles y en el acto, al que acudieron cerca de mil invitados, se pudo ver sentados juntos y a veces lanzándose miradas de complicidad a personajes como el arzobispo de Toledo, Francisco Álvarez Martínez, flanqueado por Manuel Chaves y José María Cuevas, quien a su vez tenía a su derecha a José Borrell sentado con Miguel Bosé, que daba la espalda a Juan Luis Cebrián. Tampoco pasaba desapercibido el binomio formado por Cándido Méndez codo con codo con Jesús de Polanco. Joaquín Leguina compartía fila con el compositor Luis Cobos. Además de numerosas personalidades deportivas, eclesiásticas y militares, también estaban algunos ex ministros socialistas y de UCD. Fue comentada la ausencia de dirigentes del PP, aunque el acto contó con la presencia del director general del Libro, Fernando Rodríguez Lafuente.

Miguel Bosé aclaró que su participación en el acto se debía a que él fue uno de los impulsores para que un grupo de artistas, intelectuales y políticos elaboraran, catorce años atrás, un documento por el que solicitaban que la bilbioteca de Borbón-Lorenzana fuera a parar al Alcázar de Toledo: "Hoy he venido a ver cómo aquella petición se ha convertido en realidad".

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