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Reportaje:

Las ONG médicas tiran la toalla

Una tras otra, las ONG médicas tiran la toalla. La última en marcharse de Corea del Norte, Médicos Sin Fronteras (MSF), se despidió el 12 de septiembre con una carta en la que recuerda que su ayuda "debe tener como destinatarios a los más vulnerables". "Tenemos dudas de que haya sido aquí así. No entendemos por qué se erige tal muro de silencio alrededor de estos niños [desnutridos]. Hasta ahora sólo hemos podido colocar un parche sobre la herida abierta, sin tratar el origen del problema".Antes, en julio, echaron el cierre otras dos ONG: Médicos del Mundo (MDM) y la británica Help Age. "Las condiciones de trabajo no son aceptables desde el punto de vista de la ética humanitaria (...)", declaró entonces el presidente de MDM, Jacky Mamou.

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En los próximos meses se irán casi todas las demás aún presentes en el país, y ECHO, la oficina de ayuda humanitaria de la UE que las subvenciona para que repartan medicinas y desarrollen programas nutricionales infantiles, funcionará a medio gas. Las autoridades norcoreanas no dan, sin embargo, la impresión de lamentar mucho su partida. Han cambiado sus prioridades.

"Queremos sustituir las medicinas extranjeras por las nuestras. Queremos que nos proporcionen ahora materias primas con las que reactivar nuestra industria farmacéutica y producir nuestros medicamentos", afirma Jon In Chan, uno de los dos directores en funciones del Comité de Reconstrucción de los Daños de las Inundaciones (el órgano encargado de encauzar la solidaridad).

Pero ECHO y sus socios no están por la labor. "No nos darán acceso a sus fábricas, auténticos museos de arqueología industrial, y nadie nos garantiza que serán capaces de volver a ponerlas en marcha, que producirán medicinas de calidad y que no contaminarán", explica un médico europeo.

Un ejemplo ilustra estos temores. Pyongyang pidió recientemente ayuda para volver a producir cloro y mejorar la calidad del agua. Aceptó a regañadientes comunicar el plan de reactivación de su fábrica de Sinhung. Preveía contaminar la atmósfera con seis toneladas anuales de mercurio. Se rechazó la petición.

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