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Clinton coquetea de nuevo con las ideas de izquierda

El presidente de EEUU coordina con Blair y Prodi la "tercera vía" entre liberalismo y socialdemocracia

"Vas al Capitolio, que está dominado por los republicanos y es favorable al libre mercado, y propones reducir los impuestos. Te dicen que muy bien. Les pides, en compensación, que las empresas pongan dinero para invertir en mejorar el medio ambiente, y te dicen que eso es una conspiración comunista", dijo el presidente Bill Clinton, el pasado lunes, en un seminario sobre la democracia y la economía global en la Universidad de Nueva York. En él también participaban el primer ministro británico, Tony Blair; el presidente del Gobierno italiano, Romano Prodi, y el presidente de Bulgaria, Peter Stoyanov. Los tres primeros siguen avanzando en el proyecto de la llamada third way o tercera vía, una política de respuesta a la globalización que aspira a ser equidistante tanto del credo ultraliberal como de la socialdemocracia.Cuando uno observa cómo Clinton interpreta su papel y presta atención a su fraseología, no es difícil entender por qué la derecha le ataca con tanta saña, utilizando sus errores. En el seminario organizado por la Escuela de Leyes de la Universidad de Nueva York, Clinton puso en escena uno de sus espectáculos favoritos desde su etapa de gobernador del Estado de Arkansas: una reunión donde varias personas expresan espontáneamente lo que les pasa por la cabeza, el brain storming o tormenta de ideas.

Durante sus casi seis años en la Casa Blanca, Clinton ha dado pruebas de que, de aquel programa moderado de izquierdas que le llevó a la victoria en 1992, sólo han quedado bellas palabras. Clinton es un maestro de la comunicación y, por tanto, no le preocupa que el mundo de los hechos, durante su presidencia, haya vaciado de contenido el de las palabras. Aun cuando ha aplicado un programa que ni los republicanos hubieran llegado a imaginar, Clinton sigue con su viejo discurso. Es la recuperación económica, iniciada en 1992, antes de la llegada de Clinton a la Casa Blanca, la expansión que le siguió, por un lado, y el discurso de "progreso" que el presidente mantiene todavía y acrecienta en los últimos meses, junto con la sensación, en la opinión pública, de que es objeto de un ataque furibundo de la derecha, lo que mantiene vivo al presidente.

En el coloquio del lunes 21, Clinton explicó que quiere fomentar el "renacimiento de la política de progreso en EEUU", una nación en la que el establishment odia la palabra progressive, con la que a menudo identifica a los viejos radicals (izquierdistas). Ese renacimiento, según Clinton, es lo que se ha dado en llamar tercera vía, una definición que busca un espacio político entre el Estado del bienestar impulsado por la socialdemocracia y el estilo Reagan-Thatcher de mínimo Gobierno.

Tony Blair, considerado en Nueva York como su discípulo aventajado, le apoyó: "Los gobiernos tienen que jugar un papel importante en esta etapa de globalización. Pero este papel es nuevo, es muy diferente al del pasado". Blair agregó: "No tendremos una economía exitosa sin incluir a los ciudadanos de a pie en el bienestar. Pero el Gobierno no puede asegurar este bienestar como en el pasado, sino preparar a los ciudadanos para que puedan obtenerlo a través de su propio esfuerzo".

Romano Prodi comparte estas ideas y advierte cierto paralelismo entre la coalición que preside en Italia, el Olivo, y el fresco de matices que conviven en el Partido Demócrata de Estados Unidos. "Hay que defender las conquistas sociales, a través de la modernización del Estado del bienestar", dijo.

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