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46º FESTIVAL DE CINE DE SAN SEBASTIÁN

John Malkovich opina que un actor da su talla cuando sube a las tablas de un teatro

El intérprete estadounidense, residente en Francia desde 1993, recibe el Premio Donostia

Miguel Ángel Villena

Le gusta más ir al teatro que al cine y explica sus razones. "En el teatro encuentras algo que crea sueños, que te permite fabular. El teatro es más reflexivo y menos manipulador que el cine". John Malkovich (Illinois, Estados Unidos, 1953) opina que un actor sólo demuestra su verdadera talla cuando sube a las tablas de un escenario. Era todavía un adolescente cuando decidió ser actor de teatro, pero hasta pasados los 30 años no comenzó a trabajar en el cine y a lograr la fama. Residente en Francia desde 1993 y muy crítico con la industria del cine, John Malkovich recibió ayer el Premio Donostia.

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"No me gusta que me bombardeen en una sala de cine con el volumen tan alto", dice a modo de excusa uno de los actores más triunfadores de la última década, que confiesa que no se considera un cinéfilo. "Aunque algunos digan que la cámara no miente, eso es totalmente falso. De hecho, la cámara está fabricada, está allí en un rodaje, precisamente para mentir. En cambio, el teatro no miente y cuando sales a escena los espectadores ya saben a los pocos segundos si vas a conseguir una buena interpretación o no. Ahora bien, para ser conocido has de trabajar en cine. Se trata de dos cosas distintas".Cuando le preguntaron ayer a John Malkovich qué género prefería contestó sin dudar: "La farsa. Y como se ruedan pocas películas en esta clave, tengo que recurrir al teatro para interpretar farsas". Pese a que dijo que no creía encontrarse entre la gente más cínica que conoce, la conferencia de prensa de Malkovich, que se prolongó durante cerca de hora y media, estuvo salpicada de una ironía muy creativa, de un desapego por los oropeles de la fama. La vida es un inmenso teatro, vino a declarar el protagonista de Las amistades peligrosas y El cielo protector. "Al fin y al cabo, me gano la vida contando mentiras", apostilló el actor.

Malkovich no tiene unos criterios fijos para decidir el tipo de papeles que prefiere interpretar. "A veces elijo una película por los compañeros de reparto, otras veces opto por un director con el que me apetece trabajar, en otras ocasiones me seduce el argumento". El actor marca una de sus habituales pausas en un inglés perfectamente vocalizado y añade: "También hago películas para poder comprarme una casa o una bicicleta".

Con poco más de 20 años fundó una compañía de teatro en Chicago y poco después se trasladó a Nueva York para seguir volcado en la interpretación. Fue 1984 un año decisivo en su carrera. Compartió reparto con Dustin Hoffman en Muerte de un viajante, la demoledora obra teatral de Arthur Miller, y debutó en la pantalla con el papel del fotógrafo en Los gritos del silencio, de Roland Joffe, un filme que obtuvo el Oscar a la mejor dirección.

A partir de ahí este actor iconoclasta y poco convencional para los usos imperantes en Estados Unidos fue elegido por directores de primerísima fila como Steven Spielberg, Bernardo Bertolucci, Völker Schlöndorf o Manoel de Oliveira. Ha dado la réplica masculina a muchas de las mejores actrices contemporáneas como Catherine Deneuve, Michelle Pfeiffer, Debra Winger, Nicole Kidman o Julia Roberts.

Algunas insistentes preguntas le obligaron ayer a Malkovich a aclarar que no se considera un actor conflictivo. "Cuando tengo algún problema con un director o una actriz lo comento en privado. O sea, que todo aquello que les puedan decir, será mentira. Nunca comento estas cosas en público". Celoso de los límites entre la vida pública y la privada, este hijo de un guarda forestal y de una periodista lanzó duros ataques contra unos medios de comunicación que traspasan esa frontera y "que no están sometidos a ningún control externo". "Cualquier primer ministro, cualquier rey o presidente, todos los ciudadanos, han de pasar por alguna fiscalización. Todos menos ustedes, los periodistas".

El cine como negocio

Malkovich incluyó en innumerables frases la palabra negocio para referirse a la situación del cine o a sus proyectos como actor o como director, una aspiración, la de ponerse detrás de las cámaras, que todavía no ha podido cumplir. "El realizador Stephen Frears me comentó hace poco que el negocio del cine ha empeorado en los últimos años. Desde que empecé a rodar películas a principios de los años ochenta, el cine que se produce es cada día peor. Todo se reduce a oferta y demanda.Malkovich intenta desde hace dos años, hasta ahora en vano, encontrar financiación para una película sobre el policía peruano que capturó a Abimael Guzmán, el líder del grupo Sendero Luminoso. Con el actor Javier Bardem, ya elegido para el papel del policía y otros actores españoles en el reparto, John Malkovich aguarda los respaldos necesarios para una cinta poco encajable en los esquemas de Hollywood. Entretanto, Bardem fue el encargado ayer de darle a Malkovich un Premio Donostia que suscriben muchos aficionados españoles.

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