Lejos de las estrellas
Llegó el miércoles por la noche a San Sebastián conduciendo su propio coche desde Francia. Sin guardaespaldas, ni boato, ni séquito de asesores, ayer aprovechó unas horas libres para pasear por las preciosas calles de Donostia en un espléndido día de comienzos de otoño. Aguantó estoico todo tipo de preguntas de los periodistas y argumentó que vive en Francia porque en Europa se respeta más la vida privada que en Estados Unidos.Vestido con camisa y pantalones blancos, con una cabeza rapada que completa su calvicie y utilizando unas gafas al estilo de un profesor universitario, John Malkovich se encuentra muy alejado de esas estrellas inaccesibles que llegan a los festivales en un avión privado.
Su mirada, desde unos ojos muy claros pero de un color indefinido, da la impresión de que absorbe como una esponja lo que tiene a su alrededor. Piensa sus respuestas y deja una estela de actor inteligente y lúcido. Que un mito de la pantalla declare que le gusta más el teatro que el cine demuestra que John Malkovich está, sin duda, más cerca de la cultura que de la industria.
Babelia
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