El palacio de Aranjuez ofrece una visión de Felipe II como rey jardinero
Carmen Añón reúne 262 piezas de la cultura del jardín en el XVI
El historiador Geoffrey Parker dice en su libro sobre Felipe II que al morir el rey había 223.000 árboles en los jardines reales de Aranjuez, plantados la mayoría bajo su dirección personal. La historiadora Carmen Añón ha reunido en el palacio real de Aranjuez una exposición con 262 piezas sobre jardines del siglo XVI para demostrar la pasión de Felipe II por la naturaleza, con la creación de jardines y la defensa de los bosques.
La exposición Felipe II, el rey íntimo. Jardín y naturaleza en el siglo XVI se inaugura hoy en el palacio real de Aranjuez, organizada por la Sociedad Estatal para la Conmemoración de los centenarios de Felipe II y Carlos V y Patrimonio Nacional, con el patrocinio del Ministerio de Medio Ambiente, Fundación ICO y Bosques Naturales. Permanecerá abierta hasta el 23 de noviembre, con horario de 10.00 a 19.00, excepto los lunes, con entrada de 300 pesetas.Carmen Añón, como comisaria de la exposición, declaró ayer que quiere ofrecer "una nueva visión" de Felipe II desde la historia estricta en un aspecto poco tratado como es su relación con la naturaleza. "El jardín es un reflejo de la cultura y la sociedad de un país. El rey conoció en sus viajes durante siete años por Europa los mejores jardines, sobre todo los de los Países Bajos, que después traslada a los sitios reales, junto con la arquitectura, la geometría, el simbolismo y las nuevas plantas y especies".
El jardín privado de Felipe II, en la zona antigua del palacio real de Aranjuez, que el rey encargó a Juan Bautista de Toledo a orillas del Tajo, forma parte del recorrido de la exposición. Añón señala que es una mezcla renacentista y manierista, que aparece recién restaurado por Patrimonio Nacional, que en los últimos tres años ha invertido en Aranjuez 250 millones de pesetas. Un Felipe II pintado por Ticiano hacia 1550 con fondo de terreno verde y arquitectura clasicista abre el montaje de la exposición, que en diversas salas recoge como temas los jardines europeos que conoció el rey, los componentes del jardín, los sitios reales en que intervino, como el Alcázar de Madrid, Casa de Campo, Valsaín, El Pardo, Aranjuez, Vaciamadrid, El Escorial, La Fresneda, además de otras intervenciones en Valencia, Sevilla y Granada, y la sala verde, con fuentes y esculturas en la antigua galería del palacio de Aranjuez.
Un total de 262 piezas, de las que 35 corresponden a las colecciones reales, se distribuyen por las salas, entre cuadros, libros, planos, tapices, azulejos y esculturas, sin olvidar las flores (en plástico) que más le gustaban al rey, como las azucenas, que tenía sobre su mesa, o los ramos que enviaba a sus hijas.
Hay piezas singulares que vienen de museos extranjeros, como La ninfa de la fuente, de Lucas Cranach, un Rodolfo II, de Arcimboldo, y otras que se han restaurado, sin añadidos, como la escultura original de Pompeo Leoni de Felipe II en mármol blanco, con una copia que se ha instalado en el jardín del rey, y el montaje de la Fuente del Águila, obra de Montorsoli, que estaba por piezas en El Escorial y el Palacio Real, aunque falta el coronamiento. Otras obras a destacar son el Lirio atribuido a Durero, libros de botánica que alcanzaban hasta 50 ediciones, cuadros de El Bosco y Grimmer, vistas de los sitios reales y otras interpretaciones de los jardines desde la música y la simbología.
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