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VERANO 98

Un rey de copas comprometido

RETRATOSSabe que las 15.000 botellas de vino que produce cada cosecha en su terruño del Barranco Oscuro están vendidas antes de llenarse. Aunque descorcharlas en España será difícil. Casi todas se exportan a Alemania y Suiza, donde sienten devoción por sus caldos. Jesús Valenzuela ha conseguido algo impensable, criar vinos de calidad en la comarca alpujarreña de La Contraviesa. Valenzuela elabora en el municipio de Cádiar tintos, blancos, rosados e, incluso, un espumoso achampanado con métodos puramente naturales. Producción que le ha supuesto veinte años de trabajo e investigación y otros tantos de ser tachado de "hippy e iluminado". Porque la vida y el trabajo de este granadino de 55 años siempre han marchado contra corriente. De hecho, los conocimientos básicos para la crianza de vino los adquirió en Francia. "Durante una manifestación de mayo del 68 en Barcelona, los grises detuvieron a la que entonces era mi novia y hoy mi mujer. La condenaron a tres años de cárcel, pero conseguimos cruzar la frontera y huimos hasta París". Gracias a sus inacabados estudios de perito industrial químico, consiguió trabajo en la fábrica de Martini-Rossi. Allí se familiarizó con los tipos de uva y con las técnicas de elaboración. En sus viñedos del paraje del Barranco Oscuro, Valenzuela ha conseguido adaptar las cepas más exóticas: shyraz, riesling, cabernet sauvignon... para conseguir caldos dignos de ser reseñados en revistas internacionales como Vinum y por Carlos Delgado en El País Semanal. Y su labor de investigación le ha llevado a recuperar una variedad de uva blanca casi desaparecida, la típica vigiriega de La Contraviesa, para la elaboración de vino achampanado. Con la amnistía concedida a los presos políticos, Valenzuela y su mujer volvieron a Barcelona. Siguieron dando batalla varios años y reivindicando mejoras sociales para los barrios más deprimidos. Contribuyeron a la creación de un ateneo cultural y se integraron en "un movimiento neo-rural de gente progre desencantada de la vida en la ciudad". Los orígenes de Valenzuela estaban en Granada y su familia siempre estuvo vinculada al campo. "Así que un día, decidimos venderlo todo, dejar las comodidades urbanas y marchar en busca de cosas más íntimas", recuerda. En la Alpujarra encontró el silencio. Y en una casa sin agua corriente ni electricidad, pero con bodega, rompió el cascarón de un sueño incubado durante años. De la mano de su inquietud, Valenzuela viajó a zonas vinícolas como el Priorato catalán o la Provenza francesa, con climas y suelos parecidos a los de Cádiar. Y de vuelta se trajo el morral lleno de las mejores cepas y en la cabeza una sola idea: sorprender. "Esta comarca tiene una potencialidad vinícola impresionante, pero la falta de iniciativa la ha relegado al granel de garrafa", se queja Valenzuela, que promovió una cooperativa disuelta por la falta de interés de los viticultores.En un libro de 1830 dedicado al vino, un escritor alemán llamado Jacob publicó las siguientes líneas refiriéndose a La Contraviesa: "Hay una zona donde los españoles ejercen muy mal la viticultura, pero que, cuando se descuidan, produce unos vinos tan buenos como los de la Borgoña". A juzgar por las críticas, el descuido de Manuel Valenzuela ha sido monumental.

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