_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

EL PROBLEMA DEL ACEITE El día después

El espectacular incremento de la producción de aceite de oliva en España ha sido el núcleo de la batalla a la que hemos asistido durante las dos últimas campañas en torno a la modificación de la OCM. El descenso de los precios de mercado y el aumento de la cuota correspondiente a nuestro país, si se atendiera exclusivamente a criterios basados en la producción real, encendió todas las señales de alarma de nuestros socios y a la vez competidores europeos. La mayor veteranía en Bruselas de italianos y griegos y su incuestionable habilidad negociadora ha permitido que ambos se blinden con holgadas cuotas nacionales frente a ambos peligros: aumento excesivo de la producción y reducción del precio del mercado. Finalmente se han hecho algunas concesiones a España a la cual se le ha asignado un montante de 169.000 millones de pesetas que incluye la cuota correspondiente a la aceituna de mesa. Ésta es la realidad del día después con independencia de las valoraciones de todo tipo que ya se están produciendo. El reto en estos momentos es un reparto justo y equitativo de la anterior cifra, cuyo primer objetivo no es otro que garantizar la renta de todos los olivareros, tal como señala la OCM. Al ser inferior la cantidad nacional garantizada (que se eleva a 760.027 toneladas) a la producción real de nuestro país, de las que además hay que detraer la cuota correspondiente a la aceituna de mesa (se estima un equivalente a 30.000 toneladas de aceite), la cantidad a percibir por el oleicultor por kilogramo de aceite producido se situaría entre 150 y 155 pesetas por kilo, si se aplicasen los mismos criterios que en años anteriores, es decir, la ayuda pura a la producción. ¿Cómo afectaría esta reducción a la renta de los olivareros? En un informe presentado al Ministerio de Agricultura en julio de 1997, se estimaba entre 429 y 477 pesetas por kilo de aceite el umbral de rentabilidad del olivar con una producción inferior a 1.500 kilos de aceituna por hectárea. Según el mismo informe, este olivar supone aproximadamente el 74% de la superficie y el 60% de los jornales. Si se estima un precio medio de mercado de 250-270 pesetas por kilo de aceite para la actual campaña, el precio final percibido por el olivarero se situaría entre 405 y 425 pesetas por kilo, cantidad inferior al referido umbral de rentabilidad de la mayor parte del olivar español. Contrariamente, este umbral de rentabilidad no alcanza 314 pesetas por kilo de aceite cuando se supera una productividad de 2.700 kilos de aceituna por hectárea, pudiendo ser inferior a 200 pesetas por kilo de aceite en el mejor olivar de riego. En estos casos el beneficio por kilo de aceite oscilaría entre 91 y 225 pesetas por kilo. Ha sido precisamente la expectativa de beneficios extraordinarios en el marco de la pasada OCM lo que ha desencadenado el aumento de nuevas plantaciones y puestas en riego. Esta nueva olivicultura debe aspirar a ser la base de la producción del siglo XXI en el marco de una economía de mercado. En ningún caso, unos beneficios extraordinarios para este olivar deben suponer el problema para la supervivencia del olivar marginal que representa, como se ha señalado, la mayor parte del patrimonio de la mayoría de nuestros olivareros. Por ello parece imprescindible que se utilicen inmediatamente los foros establecidos por el sector y la Administración en el pasado proceso negociador. El empleo de mecanismos de modulación en esta nueva negociación, que tengan en cuenta las diferencias de renta territorial, de productividad y de tamaño de explotación, puede impedir que se produzcan guerras interterritoriales y dentro del sector que, en otro caso, parecen inevitables. Aunque la cantidad conseguida no alcance la que nos hubiera correspondido en base a nuestra producción real, un reparto equitativo de la misma puede garantizar el futuro del conjunto del sector.

Luis Rallo Romero es catedrático de Olivicultura de Etsiam de Córdoba.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_