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Garrafón en extinción

El whisky adulterado en bares y discotecas ha descendido de un 30% a un 4% en 13 años

Antonio Jiménez Barca

La última inspección municipal lo deja claro: meter de matute en una botella de marca whisky de garrafón o de inferior calidad es un fenómeno cada vez más raro en los bares y pubs de la ciudad. En 1985, fecha en que los técnicos del Ayuntamiento comenzaron a perseguir este atentado contra el estómago, de cada 10 copas que pedía un madrileño, tres iban con sorpresa dentro. Ahora, este 30% ha descendido a un 4%. A pesar de todo, al concejal de Salud, Simón Viñals, todavía le preocupa el asunto: "Seguiremos con las inspecciones porque lo que queda tiene que desaparecer".Los inspectores se centraron en el whisky por ser la bebida preferida de los madrileños. Durante cuatro meses han visitado cerca de 80 establecimientos situados, sobre todo, en Malasaña y los aledaños de la glorieta de Bilbao. Viñals advierte de un cambio en las costumbres que será incorporado en la próxima investigación: "Antes, en los bares de la periferia cercanos a obras, los trabajadores pedían un carajillo; ahora, whisky con coca cola. Vigilaremos que no sea whisky adulterado".

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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