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La doctrina inflexible

"Don Marcelino fue tan tolerante en la vida como inflexible en la doctrina", dijo ayer el académico Francisco Rico. Pero el segundo aspecto que resalta Rico queda ensombrecido por el primero cuando él lo analiza. Y es que Marcelino Menéndez Pelayo practicó su doctrina de una forma abierta, con aperturismo, sin miramientos y sin tapujos. "No confundió", según Rico, " jamás la realidad y el deseo, ni se permitió falsear los datos que recababa para probar una tesis con implicaciones en el presente". "Por el contrario", añadió, "puso un cuidado exquisito en separar los hechos, tal como él los percibía, y la moraleja que en cada caso le parecía oportuno extraer".Rico homenajeó de esta forma al que, aunque sea de forma indirecta, le homenajeaba ayer. Desde que se hizo pública la concesión del premio, el académico ha recibido grandes elogios a su obra. Pero él se quedó con uno, el de los que opinan que su trabajo es capaz de evocar, en los tiempos que corren, la obra de Marcelino Menéndez Pelayo.

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Filólogo, historiador, crítico literario, la figura de Rico aparece ligada a diferentes tareas. A la historia él la califica con lo que llama una definición doméstica: "Consiste en poner las cosas en su sitio a lo largo y también a lo ancho". La historia a lo largo se encuentra, según Rico, con formas, definiciones, palabras, ideas que nacieron en otro tiempo pero conservan una presencia eficaz en el nuestro.

Método

"La historia apenas merece tal nombre", según Rico, "si no camina y da vueltas y se despliega a lo ancho, buscando engarzar cada elemento de una determinada especie con los otros elementos de la misma y de otras especies, que por fuerza lo configuran positiva o negativamente, dialogan con él, le dan un lugar al sol en los tiempos. Ninguna realidad de una cultura se deja entender aislada ni tiene sentido en sí misma, por la sola materia que formalmente la constituye. Por eso el método y las etiquetas empobrecen al historiador: el método porque con él no se pueden alcanzar más que las conclusiones prefijadas por el método, siendo así que cada cuestión ha de dictar el suyo propio, so pena de perder la complejidad inherente al acontecer histórico", y las etiquetas "porque la historia no puede proponerse sino el panorama máximo que los instrumentos de observación permitan abarcar".Sobre otra de las áreas en las que es experto, la filología, Rico explica que no es más que "la historia volcada hacia los textos, pero con una responsabilidad moral y social diferente y quizá más delicada". El homenajeado, sin embargo, sigue considerando estas disciplinas como metas a las que no ha llegado, que le llevan a pensar que su obra tiene una importancia menor.

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