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El auge del español cambia el mapa cultural de EE UU

Miguel Ángel Villena

«El español demuestra una vocación de futuro capaz de rehacer el mapa cultural de Estados Unidos con su fuerza migratoria». Esta declaración del profesor peruano Julio Ortega, director del Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Brown, se planteó entre los especialistas como eje de los debates de ayer en la Casa de América, de Madrid, sobre la presencia hispana en Estados Unidos. A pesar del revés sufrido en California por los partidarios de mantener una enseñanza bilingüe, la presión demográfica de los hispanos convertirá, antes o después, el territorio de la Unión en un espacio donde convivan el inglés como lengua mayoritaria y el español como segundo idioma, hablado por una amplia mayoría. Los expertos estiman que, a mediados del siglo que viene, unos 80 millones de personas en EE UU hablarán español.

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«Pegar en los nudillos»

El director de la Casa de América, Tomás Rodríguez-Pantoja, recordó ayer una anécdota que le había comentado Bob García, que fuera senador hispano en Nueva York, para ilustrar los cambios de muchos norteamericanos anglohablantes. «El senador me comentó», dijo Rodríguez-Pantoja, «que, cuando era niño, le pegaban en los nudillos si lo pillaban hablando español durante los recreos». Profesores y diplomáticos coinciden, no obstante, en que el impulso del bilingüismo no responde sólo a un desafío cultural, sino también a una cuestión sobre los fondos públicos necesarios para mantener una enseñanza en dos idiomas. Las jornadas sobre el bilingüismo, que han estado organizadas por el Instituto de Cuestiones Internacionales y Política Exterior con el apoyo de la Embajada de Estados Unidos y la Casa de América, entre otras entidades, subrayaron ayer el «extraordinario papel de intermediación» que representa la lengua española en EE UU.Desde la perspectiva de que el español ha mantenido la unidad dentro de la diversidad de un idioma hablado en más de 20 países, el hispanista británico Geoffrey Ribbans anticipó la creación «de un triángulo entre España, Estados Unidos y América Latina sobre el vértice del idioma común». Sobre la teoría del triángulo, Julio Ortega trazó este panorama: «En esta triangulación, la novela latinoamericana ha hecho fecundo camino adelantado. Cada hispano que lee un cuento de Borges o Rulfo, una novela de Gabriel García Márquez o Carlos Fuentes, adquiere la ciudadanía cultural de su idioma. Cada muchacho norteamericano que aprende a leer en nuestros clásicos y a hablar con nuestros contemporáneos es mejorado por un lenguaje que lo torna en criatura del diálogo».

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