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Rusia eliminará sus viejos submarinos nucleares si Noruega paga la factura

La impresionante flota de submarinos nucleares de la antigua URSS se ha transformado, en su mayor parte, en un peligroso basurero radiactivo que amenaza con envenenar las gélidas aguas del mar de Barents. El presidente Borís Yeltsin aprovechó ayer la visita a Moscú del rey Harald de Noruega, tal vez el país más preocupado por esta espada de Damocles atómica, para prometer que se deshará de los sumergibles ya obsoletos de la flota del Ártico -que podrían ser unos noventa- siempre que Oslo pague la factura.

«No necesitamos estos submarinos, sobre todo los atómicos», aseguró el líder del Kremlin. «Si la cuestión financiera se resuelve con créditos de Noruega, comenzaremos inmediatamente a desmantelarlos». No especificó si la medida afectaría también a los sumergibles aún operativos. Por eso, el ministro de Exteriores, Yevgueni Primakov, se apresuró a salir por televisión para aclarar que no. Una cosa es eliminar una amenaza al medio ambiente, y otra, muy diferente, desmantelar a cambio de nada una de las últimas reliquias de la que hasta hace poco era una impresionante máquina militar. «No estamos hablando», afirmó, «de los submarinos en activo que patrullan ahora por la zona».La visita del rey Harald ha supuesto la vuelta a la normalidad entre dos países vecinos y con realidades políticas, económicas y sociales muy diferentes. En marzo, un oscuro asunto de espionaje que culminó con la expulsión mutua de varios diplomáticos, revivió por unas semanas los fantasmas de la guerra fría. No en vano, Noruega es el único Estado de la OTAN con el que Rusia tiene frontera, aunque de sólo 181 kilómetros. Pero la contaminación de las aguas árticas era el tema prioritario de una agenda con más sustancia de lo habitual en los viajes de un rey que no gobierna.

Según la organización ecologista noruega Bellona, la flota rusa del Norte, cuya base está en Murmansk, en la península de Kola, tiene operativos unos sesenta submarinos nucleares, pero ha desechado para el desguace otros 90, y tal vez la mitad de estos últimos contiene combustible suficiente como para no dejar un pez vivo en la zona si se filtrase al mar.

Para Bellona, el riesgo principal procede de los sumergibles (unos doce) que se encuentran hundidos en el lecho marino de la cercana y deshabitada isla de Nueva Zembla. La mitad de ellos conservan intactos sus reactores nucleares.

Otra amenaza para la seguridad y el medio ambiente tiene forma de viejo y achacoso carguero, responde al nombre de Lepse y está anclada en el puerto de Murmansk, una ciudad de casi medio millón de habitantes. En las bodegas de este carguero se apilan más de 600 contenedores de combustible ya utilizado, pero aún peligroso, procedente de la flota de rompehielos. Una bomba atómica flotante.

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