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La clave, protestante

Andrés Ortega

El próximo viernes, por vez primera, votarán a la vez los habitantes de la República de Irlanda y de los seis condados del Norte. Sobre cosas distintas: en el Sur, la reforma de la Constitución de la República para renunciar al objetivo obligado de la unificación de la isla; en el Norte, sobre los acuerdos del Viernes Santo para poner en marcha un proceso de paz y unas instituciones laboriosamente diseñadas en diversas dimensiones. En el Norte, las encuestas apuntan a un amplio respaldo a los acuerdos de Stormont entre católicos y republicanos. Los protestantes parecen, cuando no gravemente indecisos, absolutamente divididos. Y, para que el proceso arranque sobre bases seguras, no basta que el referéndum en el Norte obtenga una mayoría de síes, sino que la obtenga en cada una de las dos comunidades. Así, pese a los aspectos formales del acuerdo, son los protestantes, por sí solos, los que podrían echar por tierra esta oportunidad si el refrendo fracasara entre ellos. Y aunque triunfe finalmente el sí, esa indecisión -junto a posibles atentados desestabilizadores- presagia un reforzamiento del voto a los unionistas radicales de Ian Paisley -un voto de desconfianza en el proceso- en las elecciones de junio a la Asamblea de Stormont.Tras el apoyo del Sinn Fein a la participación en esas instituciones, y la plena cooperación del partido moderado católico de John Hume, el SDLP, la clave la tienen los protestantes. Muchos de ellos ven en el acuerdo el principio del fin de la unión con Gran Bretaña. En realidad no les falta razón. No por la evolución de una demografía que en principio les desfavorece, sino porque han sentido que ya no pueden contar con Londres como la pared sobre la que apoyarse siempre. El Gobierno de Blair no necesita los votos de los unionistas en Westminster; y hay algo más profundo: los británicos parecen estar hartos del problema norirlandés (justamente cuando los irlandeses del Sur se han vuelto a interesar por él).

Pese a que el acuerdo de Stormont no les entusiasme ni vean en los referendos del viernes «ningún ejercicio de autodeterminación», como indicó su presidente, Gerry Adams, el Sinn Féin provisional, pantalla política del IRA, está decidido a que triunfe el sí, aunque haya dejado libertad de voto a sus seguidores. Le interesa, sobre todo, participar en las instituciones previstas. Danny Morrison, antiguo jefe de propaganda del Sinn Féin, ahora metido a escritor, considera que «el IRA no ha ganado; pero tampoco ha perdido». Ha hablado más bien de que la situación se había estancado y explicado que el actual liderazgo se ha alejado de la lucha armada para entrar en una «actividad política creativa».

Adams ha contado con un instrumento esencial para convencer a sus seguidores: los presos del IRA en cárceles de Irlanda y el Reino Unido. Veintisiete de ellos estuvieron en la asamblea que aprobó el cambio de los estatutos del partido, incluyendo a los famosos «cuatro de Balcombe Street» y al jefe del IRA en la prisión de Maze, Pádraig Wilson. Gerry Adams pidió esta presencia, pero fueron Londres y Dublín los que la facilitaron. Lo que ha irritado profundamente a los protestantes, que temen excarcelaciones masivas en dos años.

Los protestantes constatan que no se ha dado un paso en el desarme de los paramilitares, de los suyos y de los del IRA. Contrariamente a la tregua, la entrega de armas difícilmente podía convertirse en una condición previa. Si llega, será como consecuencia del éxito del proceso. Gerry Adams ya ha avisado que no habrá desarme antes de que los presos estén en la calle, aunque pueden darse gestos simbólicos.

Frente al energumenismo de Paisley, el líder unionista moderado David Trimble, líder del UUP, el primer partido en votos, aunque también con fisuras provocadas por el acuerdo, ha comprendido que la marcha atrás es mucho más peligrosa que tirar hacia adelante. Hay que desearle éxito para que, pese a la distancia que separa ante este referéndum el lema del Sinn Féin -«Conseguir un cambio real»- del de Trimble -«Di sí a la Unión», con Gran Bretaña, se entiende-, algo muy importante pueda empezar el viernes en Irlanda del Norte. Después, habrá que seguir.

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