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Tribuna
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Acidez y falta de oxígeno ahora; metales pesados después

Las principales peligros del vertido de lodos mineros que se ha producido en las cercanías del Parque Nacional de Doñana son la acidez del agua, su falta de oxígeno y los metales pesados que contienen. En 1985 ya se detectó contaminación importante de metales pesados en el río Guadiamar como consecuencia de la actividad minera en Aznalcóllar, jerarquizada de la siguiente manera: cadmio, cinc, cobre y plomo. Se trata de verdaderos venenos para muchas especies cuyo efecto depende de su concentración, por ahora desconocida, y que pueden llegar al hombre si consume animales contaminados. Ácido sulfúrico. Uno de los ácidos presentes en el vertido, derivado de los sulfuros que componen las piritas. Su grado de acidez es muy alto (pH 2). Con esta agua tan ácida no sobrevive ningún organismo, ni de flora ni de fauna. La acidez es lo alarmante a primera vista y con efectos inmediatos. Una vez se diluyen las aguas ácidas y sube el pH del caudal resultante, como ha sucedido, los efectos disminuyen. (El pH es la variable que caracteriza el grado de acidez de una disolución; es el logaritmo decimal del inverso de la actividad del ión hidrógeno. Mayor pH indica menor acidez).

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Agua anaeróbica. Sin oxígeno, debido a que son lodos embalsados, en los que no hay movimiento. De manera similar al efecto del bajo pH, la falta de oxígeno mata por asfixia a cualquier organismo aeróbico.

Metales pesados. Elementos altamente tóxicos por su alta persistencia y rápida acumulación por los organismos vivos, desde los primeros eslabones de la cadena trófica. No se detecta mortalidad tan fácilmente a corto plazo aunque sí hay una incidencia muy importante a medio y largo plazo. Son muy difíciles de eliminar del medio, puesto que los propios organismos los incorporan a sus tejidos y de éstos a sus predadores, en los que se acaban manifestando. Dependiendo de las concentraciones de estos metales en el medio los efectos varían, desde la muerte inmediata en unas horas a efectos en la fertilidad, el desarrollo.... Los metales más peligrosos en medio acuático para fauna y flora son: mercurio, cadmio, plomo, cobre y cinc. Todos ellos aparecen en vertidos de la minería. La peligrosidad de los metales pesados se debe a su alta persistencia en el tiempo y a su bioacumulación. Del agua se incorporan a los sedimentos, acumulándose y resultando disponibles para plantas y animales. El pH bajo (como en este caso) propicia la liberación de cationes metálicos. En muy altas concentraciones pueden detectarse, por asfixia, disfunciones en las branquias de los peces.... Algunos de los efectos más relevantes de los metales pesados más peligrosos en el medio acuático se describen a continuación de forma sucinta:

Cadmio. Es un metal muy tóxico para la mayoría de los organismos incluso con exposiciones a bajas concentraciones (inferiores a 1 microgramo/litro). Se acumula en tejidos, causando problemas en funciones respiratorias y nerviosas. También afecta al periodo reproductor. En aves provoca cambios en el metabolismo del hierro (anemias, problemas cardiacos), del cinc y del calcio. Efectos observables a medio plazo. Produce daños importantes al riñón y testículo (esterilidad) en machos y al oviducto (afectando a la formación de la cáscara de huevo) en hembras. Concentraciones de 100 partes por millón (ppm) anulan la reproducción.

Cinc. Altamente tóxico para peces (valores estándar en agua potable de 5 miligramos/litro podrían ser tóxicos para peces). Efectos en aves en el páncreas y enzimas correspondientes (amilasa, lipasa...), problemas digestivos. Tanto el cinc como el cadmio son muy móviles en el organismo al ser más solubles y pueden llevar asociada mortalidad embrionaria.

Cobre. Relativamente tóxico para peces. Usado como alguicida en EE UU. Inhibe la fotosíntesis.

Plomo. Causa de manera general efectos subletales, cambios en parámetros sanguíneos. En aves puede causar parálisis, problemas de locomoción, diarrea, hígado verdoso.

Mercurio. Bajos niveles de mercurio se bioacumulan en la cadena trófica, especialmente las algas y otras plantas acuáticas. Niveles bajos se convierten en peligrosos. Se acumula rápidamente (hasta 104 veces superior a lo que exista en el agua) y se elimina muy despacio. Afecta a insectos, peces... En medios acuáticos artificiales se ha observado que concentraciones de 0,1-10 microgramos/litro reducen número de algas, biomasa y diversidad de las comunidades. Las plantas acuáticas acumulan metales en breves períodos, por lo que son una referencia de toxicidad actual o reciente. Los moluscos, cuya alimentación es por filtración, son buenos indicadores y grandes acumuladores de metales pesados. Los peces y las aves acumulan metales pesados en los órganos y sufren diversas alteraciones en el organismo.

Juan Criado pertenece al Departamento de Conservación de la Sociedad Española de Ornitología / Birdlife.

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