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Reportaje:

La dictadura argentina también golpeó en España

El hijo de una exiliada secuestrada en Perú y hallada muerta en Madrid en 1980 pide a Garzón que reabra el caso

Una mujer es encontrada muerta en un aparthotel de Madrid, desnuda sobre la cama, con restos de un somnífero sobre la mesilla de noche y el cartel de no molestar en la puerta. Hay junto a ella unos zapatos recién comprados, una barra de labios y un pasaporte a nombre de María del Carmen Sáenz. La policía encuentra en el Cuarto un pasaje de avión usado y deduce que la mujer acaba de llegar de Río de Janeiro. El forense atribuye su fallecimiento a "muerte natural". Se cierra el caso. Era el mes de julio de 1980.Ni se llamaba así, ni murió sola ni su caso estará cerrado mientras haya alguien que se acuerde. Dieciocho años después, un hijo de aquella mujer acaba de llegar a Madrid para demostrar que la memoria no prescribe. "Mi vieja murió por sacarle pecho a la vida". La vieja se llamaba en realidad Noemí Esther Giannetti de Molfino. Uno de sus hijos, Gustavo, el menor, subirá mañana hasta la primera planta de la Audiencia Nacional y le pedirá al juez Baltasar Garzón -encargado de investigar la desaparición de españoles durante la dictadura argentina- que intente aclarar también la muerte de su madre.

Le contará esta historia: "Mi madre no buscó los problemas, fueron ellos los que la vinieron a ver. Tenía 36 años y seis hijos cuando se quedó viuda. Y decidió sacarnos adelante sin la ayuda de nadie. Nuestra situación no era mala. Mi difunto padre había sido el corresponsal del diario Clarín en Resistencia, la capital de la región del Chaco, al noreste de Argentina. Nuestra posición holgada venía del abuelo Fortunato, que había sido gerente del Banco Nacional de Argentina. Las cosas marchaban bien hasta... ".

Hasta que llegó la dictadura. El golpe militar del 24 de marzo de 1976 acabó con todas las libertades en Argentina. Más de 50.000 personas (trabajadores, estudiantes, militantes políticos y sindicales, intelectuales, curas, gente corriente que pensaba distinto) fueron secuestradas, torturadas, hechas desaparecer, arrojadas al mar vivas desde aviones militares. "Los seis hermanos", continúa el relato de Gustavo Molfini, que hoy tiene 36 años, "estábamos comprometidos políticamente. Unos, con los peronistas; otros, con los guevaristas. Poco a poco fuimos teniendo problemas. Un día mi hermana Marcela y su marido, Guillermo Amarilla, desaparecieron. Mi madre los buscó por cielo y tierra, a la vez que conseguía salvar de la muerte -aunque no de una condena de 25 años- a mi hermano Miguel Ángel, salvajemente torturado durante su cautiverio. Otra hermana, Alejandra, tuvo que salir huyendo del país y se refugió en París".

"Las cosas se ponían cada vez peor en Argentina y mi madre decidió marcharse a Perú, en parte para ponerme a salvo a mí, y sobre todo para luchar desde allí por los desaparecidos, para explicarle al mundo lo que estaba pasando en Argentina. Viajó a la sede de la ONU y denunció ante la Comisión de Derechos Humanos el secuestro de Marcela, las torturas de Miguel Ángel ...". Gustavo Molfini hace un alto en su relato: "Ahora lo cuento todo como si fuera una película; luego me vuelven todas las penas juntas y me voy llorando por las esquinas".

La imagen viva de su madre se congeló la tarde del 12 de junio de 1980. Gustavo volvía a su casa de la calle de Madrid, 146, en las afueras de Lima. Estaba preocupado. Ese mismo día habían desaparecido dos refugiados argentinos, secuestrados por militares argentinos con el auxilio de fuerzas peruanas. Al llegar a su casa, supo que lo peor estaba por pasar. "Vi muy cerca de casa a hombres de paisano, armados con pistolas y también con escopetas. Telefoneé a mi madre y le dije que tuviera cuidado, que no le abriera a nadie y corrí a buscar ayuda a casa de unos diputados amigos. Cuando volví, la casa estaba revuelta y sola; mi madre, desaparecida para siempre".

Un mes después, el cadáver de Noemí Esther Giannetti fue hallado en Madrid. Sus secuestradores la habían llevado a Brasil y después a España. "Al abandonarla muerta en el aparthotel, inyectándole quizá aire para simular una muerte natural, pretendían hacer creer al mundo que la historia de los desaparecidos era un cuento; que los perseguidos se dedicaban a viajar por el mundo sin más".

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Aviso a la policía

Hay una circunstancia que, según Molfini, demuestra la responsabilidad del Gobierno argentino en la desaparición de su madre. Cuando la policía española había cerrado el caso creyendo que la mujer muerta era María del Carmen Saénz, una información procedente de Argentina advirtió de que aquel cadáver pertenecía a Noemí Esther Giannetti.Será eso lo que Gustavo Molfini -apoyado por una comisión de diputados peronistas- le pida mañana al juez Garzón: "Que reabra el caso, que cite a los militares argentinos que fueron responsables de su secuestro, que indague si se produjo colaboración o connivencia de algún estamento español". Que no prescriba la memoria.

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