Galicia y su sector lácteo

Cuando Galicia comenzó a ser multada y exprimida en su sector lácteo, nadie en todo el país hizo caso de una situación que se justificaba como natural, fruto de la negociación previa a nuestra entrada en la CEE. Los gallegos, y la vertiente cantábrica en general, tuvimos que pagar los platos rotos por vivir en una nación de carácter mediterráneo en una buena parte del territorio y de absoluta mediterraneidad en las políticas y mentalidades imperantes. Asistimos atónitos a cómo las plantas envasadoras de leche sitas en nuestra comunidad carecían de suministros suficientes para satisfacer sus previsiones de rendimiento, mientras a los ganaderos se les reducía su potencial en las cifras de las cuotas asignadas. Al mismo tiempo -¿paradoja?, ¿casualidad?- se comenzaba la importación de leche europea para completar las producciones de las envasadoras. Entretanto, nadie se acordaba de nada. Ya se sabe, Galicia está en una esquina.Ahora llega el turno a los olivareros. Una gestión nefasta vuelve a poner un sector productivo español al borde de una crisis. El plan Fischler parece inamovible, y otra vez intereses de terceras naciones -¿paradoja?, ¿casualidad?- hacen acto de presencia. Lamento la situación de los olivareros andaluces. Pero también lamento la absoluta falta de seguimiento informativo que en comparación ha tenido y tiene del problema lácteo. (Del interés de los diferentes sectores políticos prefiero no opinar.)

A partir de estos instantes se publicará como una gran victoria el cuarto de millón de toneladas de aumento en la cuota láctea. Claro, ¿quién se acuerda ya del millón de toneladas prometidas en campaña electoral? ¿Quién sabe que la cuota láctea gallega todavía dista mucho de las 350.000 toneladas mínimas para malvivir? Mejor no les cuento cuál es la cuota asignada a otras zonas de Europa con un número más o menos similar de cabezas de ganado. Las matemáticas, los quebrados especialmente, no se les dan muy bien en Bruselas. Además, se usará la política de subvenciones como argumento para acallar cualquier tipo de demanda. Mientras se conceden dichas subvenciones, ¿qué alternativa se está diseñando al progresivo desmantelamiento de una importante parte de la cabaña bovina gallega? ¿Tiene futuro una economía permanente y exclusivamente capitalizada?

Hay un refrán que dice: "Cuando veas las barbas de tu vecino afeitar...". Lo desafortunado para este caso es que no éramos vecinos, sino conciudadanos, me parece. Aunque, quién sabe, a los refranes, por su aspecto de máxima, les ocurre como a las leyes: no se aplican igual a los ciudadanos de segunda.