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Reportaje:ECOLOGÍA: SUMIDEROS DE DIÓXIDO DE CARBONO

Los expertos revisan el efecto de los bosques en el cambio climático

, Una de las cuestiones más espinosas en el Protocolo de Kioto, alcanzado a finales de 1997 en el marco de la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, es la relativa a los sumideros de dióxido de carbono o, más bien, su cuantificación, por la dificultad de determinar la capacidad de absorción de este gas de efecto invernadero que tienen sistemas naturales como los bosques. Los científicos siguen trabajando en este problema. La revisión de los sumideros (áreas donde se capta el dióxido de carbono atmosférico), efectuada recientemente en el congreso de Barcelona sobre Cambio Global, apunta a que es posible que ya sean visibles los efectos del cambio climático en diversas áreas del planeta. El congreso, organizado por los programas de Cambio Global y Ecosistemas Terrestres (GTCE) y de Cambio de Usos del Suelo (LUCC), ambos del Programa Internacional Geosfera y Biosfera (del PNUMA), reunió a 800 científicos de todo el mundo con el objetivo de dar un mensaje común sobre los parámetros que condicionan la evolución del clima.Los expertos alertaron de un clima cada vez más inestable e imprevisible y de una aceleración del proceso de cambio si no se llega a acuerdos sobre usos del suelo para cultivo o de desarrollo de políticas regionales que contemplen aspectos medio ambientales, en especial, los sumideros de CO2.

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Uno de estos sumideros es Siberia oriental, una región que parece cambiar de color. La fina capa de hielo que cubre la tundra siberiana durante el invierno tiende a retroceder y en su lugar aparecen tímidos brotes de hierba. En pocos años, de seguir esta progresión, la tundra dejará paso a praderas y el bosque boreal aparecerá en latitudes hasta ahora consideradas impropias. La constatación de este fenómeno es, en opinión de Josep Canadell, secretario ejecutivo del programa GTCE y biólogo de la Universidad de Stanford, altamente indicativo del cambio climático que están experimentando algunos ecosistemas. "Todavía nos interrogamos sobre la excepcionalidad de un fenómeno climático y lo comparamos con años anteriores sin darnos cuenta de que éste se manifiesta abiertamente desde hace ya un tiempo", dice.

El cambio en la tundra siberiana, especialmente en su zona más oriental, se ha contrastado gracias a las imágenes de satélites en la última década que sugieren el desplazamiento de biomasas vegetales propio de latitudes templadas hacia el norte.

Esto, explicó N. Viovy, del Comisariado de Energía Atómica de Francia, también se observa en los países escandinavos y se acompaña de un incremento de las tierras de cultivo, en detrimento de bosques y zonas húmedas en áreas septentrionales. Por el contrario, el bosque boreal crece ahora donde antes el frío lo impedía.

Los cambios parecen estar relacionados con el incremento de temperatura observado en latitudes nórdicas. Aunque predicciones recientes apuntaban un incremento de cinco grados en caso de que se doblase la concentración de CO2 atmosférico para dentro de un siglo, parece probado que se ha producido un aumento de un grado por década en áreas como el norte de Europa, Alaska, Canadá o Siberia oriental.

En todas esas regiones, señala Canadell, "hay más bosques hoy que hace un siglo". En parte, por el abandono de tierras de cultivo, pero también por el aumento de la temperatura: "El efecto de los gases invernadero", dice, "nunca es inmediato". El decalaje en el tiempo, insiste Canadell, provoca que el incremento de CO2 en la atmósfera no deje notar sus efectos en los ecosistemas hasta pasados unos años o incluso décadas.

Al tiempo que se han visto los efectos del incremento de temperatura, los expertos han constatado la importancia de estas áreas como sumideros de CO2-. Un estudio reciente demuestra que el papel que desempeña la tundra siberiana es tan importante o más que el de la selva amazónica como sumidero de CO2. Tradicionalmente, las selvas tropicales o los océanos se han encargado de regular el equilibrio entre la emisión de CO2, a la atmósfera y su captación (las plantas, por ejemplo, lo consumen para la fotosíntesis).

Este equilibrio se ha roto por la gran cantidad de gases emitidos y la cada vez menor capacidad de absorción, aclara Anne Larigauderie, miembro de la organización del congreso. "Hoy día", explica, "se estima que sólo puede absorberse una tercera parte de los gases emitidos". La deforestación, los incendios (el 70% se registra en las selvas tropicales) y el avance de las tierras de cultivo, añade Brian Walker, presidente del GTCE, hacen el resto.

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