Brasil lleva a París su literatura de grandes horizontes

El Salón del Libro de París, que se inauguró ayer en la capital francesa, lo preside este año una escultura industrial que es un homenaje a un visionario. Colgado del techo de la gran nave, encima del improvisado laberinto de casetas repletas de libros, editores y escritores, planea La Demoiselle n. 20, el avión del aeronauta brasileño Alberto Santos-Dumont, un personaje a la altura de su país. Que Brasil sea el país invitado significa que 38 autores de Río, Bahía, Sáo Paulo, Belo Horizonte, Porto Alegre, Pindorama, Manaus o Minas Gerais acuden a París para hablar de sus obras.Algunos, como Jorge Amado, son auténticas celebridades mundiales; otros son millonarios fenómenos editoriales, como es el caso de Paulo Coelho, que presentará La Cinquiéme Montagne, su última novela; los hay que gozan de una merecida leyenda, como Raduan Nassar, que, tras publicar dos libros formidables entre 1975 y 1978, ha optado por el silencio de quien considera que ya ha dicho todo lo que tenía que decir; y hay otros muchos que topan con las dificultades propias de todo lo que procede del fascinante gigante latinoamericano, es decir, la debilidad del mercado interior y el prejuicio exótico del resto del mundo.

Españoles

Más de 1.200 escritores desfilarán por el Salón, entre ellos, un buen número de españoles. Eduardo Mendoza, Javier Marías, Juan Marsé, Manuel Vázquez Montalbán, Francesc González Ledesma, Arturo Pérez Reverte, Quim Monzó, Soledad Puértolas, Gonzalo Torrente Ballestero Miguel Delibes son hoy nombres que están en los escaparates de todas las buenas librerías francesas. En el Salón serán una importante gota de agua entre los 350.000 títulos que estarán a la disposición de los visitantes, que sin duda serán algo menos numerosos que los libros, pues se espera que superen en poco la cifra de 200.000. El número de casetas es de 600, y el de editores, más de 1.200.Durante seis días se celebrarán debates en el Café Literario de la FNAC, en el Bar de los Filósofos se retomarán las discusiones sobre el sentido de la vida, que ya animan las tardes de un local -el Café des Phares- que se ha hecho célebre en la plaza de la Bastilla, y habrá tiempo para aprender a fabricar papel siguiendo las técnicas artesanas o para embarcarse en los múltiples viajes virtuales que proponen las distintas marcas de ordenadores.

A través de la literatura, todo parece encontrarse en el Salón, desde las clásicas polémicas sobre el carácter de los héroes y heroínas homosexuales hasta el papel desempeñado por los textos en la organización del Mundial de fútbol de 1998, pasando por una cita entre admiradores y continuadores de las aventuras de Sherlock Holmes.