¡Qué fuerte!, ¿no?
El sábado y el domingo Arco es muy especial. A los galeristas extranjeros presentes en la feria les asombra la cantidad de visitantes jóvenes y de familias con bebé. Al igual que sus colegas españoles, se congratulan de tanto interés festivo, aunque saben que no son días de vender. Un paseo por la feria revela que una buena parte del público busca el asombro de las cada vez más escasas "cosas raras"."¡Mamá, mira, una camiseta!" Y la chiquilla, extasiada ante la prenda que tanto recuerda a las de su propio armario, tira de la madre y la obliga a leer en voz alta lo que dice el pin pegado a la tela: Sólo si te hicieron muchas pendejadas en tu niñez puedes pertenecer a nuestro club. La pregunta inmediata era previsible: "¿Qué son pendejadas, mamá?"
"Cisco Jiménez es un artista de 27 años, de esta nueva generación que no desdeña ningún material para expresarse", dice Jaime Riestra, el director de la galería mexicana OMR. "Tiene un lenguaje deliberadamente soez, provocativo, y ha impactado rápidamente a muchas audiencias". La camiseta que tanto gustó a la joven visitante hubiera podido adornar su habitación por 120.000 pesetas.
En la galería Siboney, de Santander, otro joven, José Luis Vicario, ha ensartado en hilo de cobre un sinfín de abalorios. Luego, cuidadosamente, ha dado al conjunto una forma que ha titulado Copos, que adaptará al rincón donde el comprador quiera ponerlo en casa. Dice Juan Riancho, el director de la galería: "Vicario hace cada obra para un determinado espacio. Ésta, que cuesta 175.000 pesetas, lleva tanto trabajo que el artista ha decidido cobrar otras semejantes por metros...
Relojes especiales
El reloj de Manuel Vieira, con piernas, manos, cabeza y voz propia, roba el protagonismo a sus otros 11 compañeros, y Fernando de Santos, director de la galería de su nombre en Porto (Portugal), comprueba cada día que "la gente se siente atraída por lo más raro. Yo tengo 12 relojes de 12 artistas, que son auténticas maravillas, y cada reloj es parte de un proyecto común". Los precios de estas piezas oscilan entre los dos millones y medio y los ocho millones y De Santos confía en vender lo suficiente como para que el esfuerzo merezca la pena.En la galería Gianni Giacobbi, de Mallorca, Curro Ulzarrun se divierte observando las reacciones de quienes se acercan a sus Vasos comunicantes, vasos llenos de agua, que contienen, cada uno, además, una letra de hierro.
Quien deletrea el mensaje recibe la broma de un "tonto el que lo lea", que a los más jóvenes divierte y a los mayores desconcierta. "Antes hacía un minimal muy frío pero ahora juego más con la imaginación. Me divierto. Los vasos no son caros: 325.000 pesetas", explica el autor.
En la galería Isabel Aninat, de Santiago de Chile, Iván Daiber se siente satisfecho. "Los españoles son más atrevidos que los chilenos. Estoy vendiendo bien". El supuesto atrevimiento que hace falta para comprar a Daiber tiene que ver con su gusto por "provocar sensaciones, unas ciertas cosquillas". Por ejemplo: un gran reloj de pared que representa un tronco femenino. El sexo marca las horas...". ¡Escucha!, se llama la pieza. Sólo cuesta 770.000 pesetas.
Destino, el museo
Carmen Calvo, la valenciana que representó a España en la Bienal de Venecia, tiene en la feria una pieza sorprendente. Un gran cuadro de algo que semeja cabello: El sexo en la cara, se titula. Su galerista, Luis Adelantado, afirma: "Para Carmen, el pelo es un referente casi constante. Sólo ella sabrá la razón". Reconoce que la obra atrae a muchos curiosos, pero que "su destino natural es un museo".El mismo destino que desea Ángel Romero, director de galería, para el No gigantesco, hecho a base de fotografías pegadas entre sí y que ocupa una pared. La obra es de Manuel Rufo y atrae un público desconcertado. ¿NO a qué? Y buscan en las fotografías diminutas la posible respuesta. ¿Pero es que el arte tiene que dar respuestas? Hay quien sostiene, probablemente con razón, que la misión del arte es todo lo contrario: provocar preguntas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.