Una multitud de famosos y populares arropa a Anson durante su ingreso en la Academia
El presidente de Televisa España, que ocupa el sillón 'ñ', habló' de la poesía amorosa
Luis María Anson a punto estuvo ayer de no poder leer su discurso de ingreso en la Real Academia Española. Las masas casi le impidieron el paso. La Docta Casa sufrió un increíble overbooking. A las seis y cuarto de la tarde, la cola para entrar daba la vuelta a la manzana, y dos minutos antes de las siete hora en que debía empezar el acto, se pedía por favor a los asistentes que desalojaran la entrada y el pasillo del salón para que el nuevo académico, acompañado de Ana María Matute y de Ignacio Bosque, pudiera llegar al estrado. Nadie recordaba una concentración semejante en la Academia.
El acto académico se mezcló con el más puro espectáculo. No hubo demasiados políticos, tal como había pedido Anson (el secretario de Estado de Cultura, Miguel Ángel Cortés; el de Comunicación, Miguel Ángel Rodríguez, el ex ministro de Justicia Juan Alberto Belloch, el ex presidente del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo ... ), pero sí una verdadera multitud de gentes de la farándula madrileña, del cine, el teatro, y sobre todo muchas, muchas señoras con abrigo de piel. Pitita Ridruejo, la condesa de Romanones, Rosa Valenty, Lina Morgan, Remedios Cervantes, Valerio Lazarov, Pepe Rubio, Fernando Guillén, Jaime Peñafiel, José Luis Garci, Arturo Femández, Luis García Berlanga, Massiel... Pero también Marcelino Camacho, Natalia Figueroa, Fernando López-Amor, Alicia Koplovitz... Emma Penella, que no pudo entrar en la sala, fue la primera en aplaudir cuando Anson, muy emocionado, iniciaba su dura travesía hacia el estrado. La duquesa de Alba tampoco tuvo asiento y se le vio dirigirse a la escalera con cara de pocos amigos. La prensa del corazón asistió en bloque, y periodistas e invitados lucharon por tomar posiciones. Una impresionante batería de cámaras de televisión aguardaba en el vestíbulo. Varias famosas se quitaron el abrigo para posar con sus mejores trapos en el recibidor, abarrotado hasta los topes, lo mismo que el primer piso, y el segundo, y las escaleras interiores, y los lavabos.Explicó el académico Víctor García de la Concha, en respuesta al discurso de Luis María Anson, que éste había tenido la tentación de hablar de periodismo pero que luego su pasión por la poesía había vencido. En Palabras de amor a los poetas, el ex director de Abc y actual presidente de Televisa España hizo una síntesis de los poemas de amor de todos los tiempos y lugares, centrándose en la poesía de los creyentes, los ateos y los "deshabitados", aquellos que consideran el amor "un sentimiento fugitivo". Con numerosas citas y fragmentos, puso especial énfasis en recitar a sus favoritos, como Alberti o Juan Ramón Jiménez, por dar sólo dos nombres.
"Desde hace casi tres siglos se ha escuchado en esta Casa la palabra sabia de los filólogos, de los lingüistas, de los novelistas, de los dramaturgos, de los periodistas, de los historiadores, de los científicos, de los ensayistas, de los filósofos. Pero convengamos en que la Academia ha permanecido viva en España y en Iberoamérica porque aquí se ha tenido el acierto de escuchar siempre, y ante todo, las palabras más creadores del idioma, las palabras de la poesía, las que más llegan al pueblo, las palabras de amor de los poetas", concluyó.
Mientras en la sala se hablaba de poesía y se sudaba, fuera, Tonino, del programa de Tele 5 Caiga quien caiga, hacía estragos entrevistando a todo aquel o aquella que se ponía a tiro. Cuando De la Concha, que definió a Anson como "un letraherido", empezó su discurso, se produjo una auténtica desbandada. Poesía y calor acabaron por fatigar al más entusiasta.
Hubo adémicos (Cela, Buero, Nieva, Rodríguez Adrados, Rico, Torrente Ballester, Laín, entre otros), banqueros (Emilio Botín, José M. Amusátegui, Alfredo Sáez ... ), periodistas y escritores (Pedro Ruiz, Jesús Hermida, Alfonso Ussía, Fernando Sánchez Dragó, Alfredo Amestoy, Armas Marcelo, José Luis Gutiérrez, Forges, José Manuel Caballero Bonald, Máximo ... ). Unos sorprendidos; otros, incondicionales. En su 63 cumpleaños, Anson ocupó el sillón ñ en medio de un auténtico baño de masas.
Babelia
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