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El Guggenheim de Nueva York explora 5.000 años de transformación artística de China

La exposición viajará íntegra al museo de Bilbao el próximo mes de julio

Algo raro está pasando en los grandes museos de Nueva York. Mientras el Metropolitan Museum exhibe camisas de Gianni Versace con dibujos de Andy Warhol, en el Guggenheim se inaugura hoy una ambiciosa exposición de arte chino con un importante contenido arqueológico. China: 5.000 años es lo que el director de la institución, Thomas Krens, considera un punto álgido en la ampliación de la programación del centro, tradicionalmente asociado al arte moderno y contemporáneo, en el marco de su actual expansión internacional. La espectacular muestra, compuesta por 500 objetos de arte chino, viajará al museo de Bilbao en su integridad el próximo mes de julio.

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Una imagen favorable

El director del Guggenheim Bilbao, Juan Ignacio Vidarte, se encontraba ayer en Nueva York para asistir a la inauguración, y dijo que China: 5. 000 años es una exposición "que rompe las barreras conceptuales del museo" y que "implica un cierto riesgo, como todo lo que merece la pena".Según Vidarte, en España y en el resto del mundo "sabemos muy poco de China, tenemos una visión demasiado simplista". El comisario de la exposición, el ex director del museo de arte de Cleveland Sherman Lee, ha querido "reconstruir la imagen inamovible" de un país monolítico delimitado por sus fronteras y en lenta evolución. La exposición abarca desde el año 3.000 antes de Cristo hasta la actualidad.

Pocas veces había dedicado el Guggenheim tanto espacio a objetos arqueológicos, y nunca se ha visto en el mundo una exposición que abarque la vieja y la nueva China, según la organizadora del proyecto, Jane DeBevoise. "¿Para qué otra exposición sobre arte chino'" se preguntaba ayer retóricamente DeBevoise. "Ésta es una lista de los objetos más codiciados por los especialistas mundiales, y son préstamos de cincuenta colecciones y museos de 17 provincias chinas".

La última gran exposición de arte chino que se había podido ver en Nueva York fue la de arte imperial en el Metropolitan, pero ésta se limitaba a una colección privada del siglo XVIII. La del Guggenheim cuenta con el apoyo de varias instituciones públicas de la República Popular China, incluyendo el Ministerio de Cultura, y necesita de las dos sedes del museo (en la Quinta Avenida y en el SoHo) para exponer todo su material. La clausura será en junio, y posteriormente el material se trasladará a Bilbao para celebrar la inaguración en julio.

Expectación

El Guggenheim presentó, por ejemplo, hace dos años la exposición Africa: el arte de un continente. Pero será la primera vez que en la sede de Bilbao se exhiba arte que no es moderno o contemporáneo, y hay gran expectación en torno al efecto que tendrán las increíbles piezas arqueológicas chinas en el marco del edificio de Frank Ghery.En el no menos popular edificio circular de Frank Lloyd Wright de la Quinta Avenida, se han instalado cuatro pilares verticales que unen las seis rampas de la famosa estructura y simbolizan la importancia de los cuatro puntos cardinales en la cultura china. Dan la bienvenida al visitante cinco guerreros de terracota de la famosa ciudad enterrada de Qin, recientemente descubierta. La mayoría de los objetos expuestos son hallazgos de la segunda mitad de este siglo, y apenas han sido vistos fuera de China.

La muestra pasa a dividirse en materiales, empezando por el jade neolítico, tallado con sorprendente sofisticación, pasando luego al bronce de las dinastías Shang y Zhou; las cerámicas fúnebres de los periodos Qin, Han y Tang, y, ya en la era moderna, la porcelana de las dinastías Son, Ming y Qing, y las esculturas budistas asimiladas de India. La parte antigua se completa con algunas muestras de pintura de paisajes y caligrafía.

Urbanización

En el Guggenheim SoHo se expone lo que los organizadores llaman la primera exploración sistemática del arte chino en los últimos 150 años por parte de un museo americano. Esta segunda parte del ambicioso proyecto, cuya comisaria es Julia Andrews, de la Universidad de Ohio State, arranca a finales del siglo XIX con un análisis de la urbanización e industrialización del subcontinente, la progresiva apertura al extranjero y la lucha entre la asimilación y el rechazo de las formas occidentales, la reestructuración impuesta por la república socialista y, finalmente, el arte de las últimas décadas, abierto a un nuevo pluralismo.El Guggenhem hila los dos grandes bloques de su propuesta a través de las ideas de innovación y transformación. El arte chino antiguo se analiza como un proceso de aplicación de tecnología a diferentes materiales, paralelamente a un cambio conceptual: de lo grotesco, fantástico y espiritual a lo humano, y de lo ritual a lo práctico y ornamental.

A finales del siglo XIX y hasta la llegada de Mao, en el entorno humano de Shanghai y otras capitales, abiertas al extranjero, sobrevive una pintura tradicional (guohua, una técnica de aplicación de tinta) al tiempo que China empieza a cuestionar su identidad milenaria de centro del universo, como su nombre sugiere. La balanza se inclina hacia la adopción de formas occidentales en los años inmediatamente anteriores a la revolución, momento en el cual el realismo socialista da lugar a un nuevo arte, inspirado directamente en la Unión Soviética.

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