Apología del terrorismo
El monótono fungar del señor Fungairiño nos ha puesto en nuestro sitio. Creímos en su día que la Embajada de España en Buenos Aires no tuvo tiempo de intervenir en nuestra defensa, ya que la transición a la democracia era reciente e incompleta. Eduardo Fungairiño, con su ronroneo técnico-jurídico, nos dice que fuimos raptados y torturados "para subsanar insuficiencias del orden constitucional". No sé si habla como fiscal jefe de la Audiencia Nacional o del Tribunal de Orden Público, tampoco me queda claro si esto se dice en la España que ocupa el lugar de décima potencia industrial o en aquella que se buscaba la vida con Nicanor tocando el tambor como música de fondo.Un esfuerzo de contención me impide relacionar sus apreciaciones apologéticas de la insurrección militar argentina con las que en otro tiempo, en Salamanca, nos brindó la minusvalía espiritual de Millán Astray. Pero, a pesar de todo, gracias por recordarnos quiénes ganaron y quiénes perdimos también esta guerra, o por qué Calvo-Sotelo tiene un monumento y no el capitán Castillo, siendo ambos víctimas de la intolerancia. Si el lenguaje que utilizo resulta agresivo y cruel, piénsese en lo violentas que pueden ser, para muchos ciudadanos españoles, que padecimos esta "sustitución temporal del orden constitucional" con la desaparición, la tortura o, en muchos casos, la muerte, estas valoraciones del fiscal jefe, y, para colmo, en el Día Internacional de los Derechos Humanos.-
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