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Saladrigas: "Los prejuicios frenan las traducciones del catalán al castellano"

El autor barcelonés publica "La mar nunca está sola"

Miguel Ángel Villena

Escribe en catalán, pero casi toda su obra ha sido traducida al castellano. Crítico literario desde hace muchos años, Robert Saladrigas (Barcelona, 1940) ha conseguido premios tanto en Cataluña como en el resto de España. Alfaguara acaba de traducir al castellano La mar nunca está sola, el largo monólogo de un escritor al borde de la muerte. No obstante, Saladrigas lamenta que los autores catalanes hallen "una barrera de prejuicios que frenan las traducciones del catalán al castellano".

Saladrigas pide en definitiva que se juzgue a los escritores en catalán por sus obras y no por su lugar de procedencia. "Da la impresión", comentó ayer durante la presentación de la versión en castellano de su novela, "que somos un poco la cabeza de turco de los errores o de las alianzas de los políticos catalanes". Tras señalar que los autores catalanes no han podido romper esa "barrera de prejuicios", Saladrigas constata que sólo un pequeño cupo ha sido traducido al castellano.En esta reducida cuota se incluirían Quim Monzó, Baltasar Porcel o el propio Saladrigas. "Pero de cualquier modo", precisó, "nunca las novelas escritas originalmente en catalán han tenido una repercusión especial en el resto de España". Saladrigas ha preferido que una escritora y traductora como Flavia Company vertiera La mar nunca está sola al castellano y lo explica en términos de comodidad. Confiesa que su vida es la literatura y califica la "impotencia creadora" como lo más terrible que puede ocurrirle a un autor. Sin embargo, Saladrigas no parece angustiado por quedarse sin inspiración. "Nunca sé", sostiene, "si habrá una próxima novela. Si no tengo nada que decir, no escribiré porque los escritores que sólo lo hacen por puro oficio o por necesidades económicas me resultan patéticos".

El único patrimonio de un escritor son las palabras, insiste Saladrigas al proclamar que "un novelista se salva por sus obras, no por su vida". De esa encrucijada parte el argumento de La mar nunca está sola, un largo monólogo de un autor noruego que, en la fase terminal del sida, repasa en Barcelona los avatares de su existencia y enfrenta la muerte con las palabras. "El escritor muere cuando pierde la palabra

sentencia este enamorado de la literatura.

Al enumerar ejemplos insignes de "malas personas" que han legado obras magníficas Saladrigas cita a Louis-Ferdinand Céline y a Knut Hamsun, ambos colaboradores de los nazis, que vieron arruinado su prestigio por sus actitudes.

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