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Castro cree que la visita del Papa a Cuba y la declaración de la FAO facilitarán el fin del embargo

El líder califica el bloqueo de "genocidio" y asegura que no hará la contrarrevolución

La declaración de la FAO contra el hambre, en la que se rechaza el uso político de los alimentos, y la probable visita del Papa a Cuba son dos bazas con las que Fidel Castro cuenta para lograr el levantamiento del embargo norteamericano contra su país, según declaró ayer él mismo. Pero hará falta "el esfuerzo de todos los países de la Tierra" para que cese ese "genocidio", añadió el líder cubano, que se mostró poco abierto en materia de principios políticos. "La gran apertura fue la revolución, y no tenemos que hacer otra apertura que se llame contrarrevolución", dijo Castro, que anoche cenó en casa del presidente honorario de la Fiat, Giovanni Agnelli.Castro dominó ayer la rueda de prensa final de la Conferencia Mundial sobre la Alimentación que 192 Estados y miembros de la Organización para la Alimentación y la Agricultura de Naciones Unidas ha celebrado en Roma. "Me alegro de que también Estados Unidos haya apoyado la declaración final", dijo después de que fueran expulsados de la sala varios jóvenes que protestaban contra su régimen.

Al pronunciar estas palabras, el líder cubano pasó por alto que Washington ha presentado una reserva a la citada declaración final de la cumbre, en la que prácticamente niega que lo acordado en Roma pueda cambiar en algún sentido la legislación y usos vigentes en materia de embargos o poner límites internacionales a la costumbre de Estados Unidos de ayudar a unos países y a otros no, según su criterio.

Logros cubanos

"Ahora que se ha acabado la campaña electoral, pienso que el presidente Clinton y la Administración puedan hacer algo (en relación al embargo), aunque tengan dificultades porque el Congreso está dominado por los republicanos", afirmó Castro, antes de asegurar que Cuba "está demostrando que se puede ganar la guerra a la mayor potencia"."Vean ustedes que, a pesar de que el mundo socialista desapareció de repente, en Cuba no se ha suprimido el litro de leche que recibe diariamente cada niño hasta los siete años, ni se ha cerrado una sóla escuela, ni ha habido un sólo médico que se haya quedado sin empleo. Tenemos 62.000 médicos, la tasa per cápita más alta del mundo. Es verdad que no tenemos medicinas, porque a Cuba no se le puede vender ni una aspirina para aliviar el dolor de cabeza ni un fármaco para el cáncer. Y pese a todo, hemos hecho cosas que merecen respeto. La mortalidad infantil ha disminuído del 60% al 8%, tasa igual a la de Estados Unidos. Hemos creado una vacuna contra la meningitis, otra contra la hepatitis B, y nos seguimos desarrollando", añadió.

Castro hizo ver que la situación es sostenible y que no cree que el fin del "crimen de lesa majestad" esté a cercano. "Sería impensable que una visita del Papa, un acontecimiento importante de repercusión en la opinión pública internacional, se traduzca en el fin inmediato del embargo", dijo. Pero hace todo lo posible por limar asperezas con el Vaticano, e incluso sostiene que sus ideas sobre el control de la natalidad y las del Papa, al que verá el próximo martes, no son tan distantes.

"Yo creo que la explosión demográfica es una gran realidad. Baste decir que en dos millones de años la Tierra llegó a tener 1.000 millones de habitantes y que, en los últimos 11 años, la población mundial creció en 1.000 millones. Creo que la propia Iglesia católica está convencida de que el control de la natalidad es absolutamente necesario, aunque quiere que se haga según sus criterios. Yo respeto todos los criterios, como también los de China y la India que, ante situaciones demográficas excepcionales, han establecido controles de población férreos", declaró el líder cubano.

La Santa Sede hizo registrar una reserva a la declaración de Roma, en relación con los princípios de control de la natalidad y salud reproductiva ya aprobados en conferencias previas de la ONU. Reservas similares hicieron Argentina, Malta, Irán, Libia, Nigeria, Qatar, Arabia Saudí, Sudán y Emiratos Arabes Unidos. Los países árabes piden, además, respeto por la ley islámica y sus costumbres. La reserva de EE UU indica que ninguna ley o costumbre puede justificar una falta de respeto de los derechos humanos.

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