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Argelia: la prensa,entre dos fuegos

Una treintena de destacados periodistas argelinos, representativos de todos los medios de comunicación y sensibilidades, se reúnen en Madrid del 15 al 18 de noviembre en un foro que, con el lema "Argelia: periodistas en un conflicto armado", auspicia la Comisión Europea y organiza Reporteros sin Fronteras. Discutirán sobre la violencia y las limitaciones legales y económicas que sufren la prensa y los periodistas en la actual situación argelina.Esa situación es crítica. Más de 50.000 muertos (entre ellos 57 periodistas asesinados) ha causado el conflicto armado que padece Argelia desde hace más de cuatro años. Un conflicto que, pese a todo, no puede considerarse como guerra civil, que, por definición, exigiría la división de la sociedad en dos, mientras el drama argelino se caracteriza por el enfrentamiento violento entre los extremos del poder autoritario y del islamismo más intransigente con el pueblo; y los periodistas con él, cogidos entre los dos fuegos.

Consecuencia (a la vez que causa) de la situación es la interrupción del proceso democrático, abierto con la Constitución de 1989 y cerrado con el golpe de Estado de facto y la declaración del estado de urgencia a comienzos de 1992, tras la anulación de las elecciones al obtener en la primera vuelta mayoría relativa el Frente Islámico de Salvación.

Desde entonces, las violaciones de los derechos humanos, empezando por el derecho a la vida y a la integridad física, se multiplican por parte de los dos bandos enfrentados. Dos bandos que, en su afán por imponer sus conceptos de patria, niegan el de democracia.

Los grupos armados islámicos, fuera del propio control del disuelto FIS, asesinan atrozmente a los civiles invocando en vano la ley islámica, y, en nombre de la seguridad del Estado, las fuerzas del orden reprimen indiscriminadamente el terrorismo (que el propio Estado alentó al invalidar las elecciones, saltándose las reglas democráticas que decía defender) sin respetar los derechos humanos.

Uno de esos derechos, el de ser informado, se ve coartado especialmente: por la violencia terrorista que siega, con una sospechosa impunidad, la vida de los profesionales de la información, y por las leyes y prácticas gubernamentales restrictivas de la libertad de prensa, no sólo en materia de seguridad.

Cincuenta y siete periodistas de todos los medios (francófonos o arabófonos, públicos o privados, impresos o audiovisuales) y sensibilidades asesinados desde 1993 por el terrorismo, cuyas amenazas han forzado a más de doscientos periodistas al exilio; numerosos profesionales de la información coaccionados, detenidos, procesados, encarcelados, cuando no "desaparecidos"; más de veinte títulos prohibidos o suspendidos temporalmente, y secuestros, censura y autocensura permanentes, ensombrecen el panorama de una prensa sometida ya a múltiple dependencia del Estado en papel, publicidad, impresión, distribución y precios...

La prensa argelina, que llegó a ser considerada como la más libre del mundo árabe, se ve hoy amenazada, y no es simple retórica, de muerte.

Ha llegado el momento de decir ¡basta! a esta situación que, en definitiva, niega al pueblo su derecho a expresarse y a ser informado, y a la prensa y los periodistas -el derecho y la obligación de informarle.

Hay que dirigirse a las dos partes en conflicto armado y a la opinión pública para exigir:

- El cese de las violencias terrorista e institucional y el respeto de los derechos humanos, entre ellos la libertad de prensa, último baluarte de la detenida democratización.

- El reconocimiento por los dos bandos de la misión de los periodistas como testigos de la trágica realidad argelina y no como acusados ni víctimas propiciatorias.

- La observancia del derecho y de la obligación de informar sin mordazas tanto sobre la violencia terrorista, como de los posibles abusos en su represión.

- La derogación de las medidas legales y prácticas restrictivas de la libertad de prensa e información: los artículos 86 y 87 del Código de la Información de 1990, que, redundantemente con el artículo 96 del Código Penal, prevén penas de cárcel abusivas para los periodistas cuyas informaciones atenten supuestamente contra el orden y contra vagos intereses nacionales; las disposiciones de excepción establecidas por el decreto de estado de urgencia de 10 de febrero de 1992; el decreto legislativo 92-03, de 30 de septiembre de 1992, "relativo a la lucha contra la subversión y el terrorismo"; el decreto antiterrorista de diciembre de 1992; la circular del Ministerio del Interior, de 7 de junio de 1994, sobre "seguridad interior e información-prensa"; las "recomendaciones" sobre "tratamiento de la información que afecte a la seguridad", y otras directrices y prácticas atentatorías contra esa libertad, como las prohibiciones que pesan sobre órganos de información islámicos.

Callen las espadas, hablen las plumas. Basta ya de muertes. Basta ya de sufrimientos para el pueblo argelino. Basta ya de intentar, supuestamente, imponer por la fuerza el Islam contra la democracia y la democracia contra el Islam, como si fueran términos opuestos e irreconciliables y violando ambas partes en la práctica los preceptos básicos del Islam y de la democracia. Basta ya de negar la posibilidad de que el pueblo exprese pacíficamente su voluntad a través de elecciones libres. Basta ya de atentados contra la vida de los periodistas y contra la libertad de expresión.

Basta ya.

Los periodistas argelinos, al igual que el pueblo al que sirven, no quieren seguir siendo esos héroes a la fuerza que salen cada día de casa sin a seguridad de llegar a su redacción, y que salen de su redacción sin la seguridad de llegar a casa, como los describía patéticamente uno de ellos horas antes de ser asesinado.

Y, pese a todo y contra todo, como él, no pierden la esperanza de que las rosas terminen por florecer sobre la basura, teñida de sangre, que hoy recubre la hermosa tierra argelina.

es presidente internacional de Reporteros sin Fronteras.

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